Creo que la primera entraga a este blog ha quedado pendiente, pero ahora la pago. ¿Por qué el blog se llama Pablo en el Ágora? He aquí la razón: En el capítulo 17 del libro de los hechos de los apóstoles se lee un episodio donde Pablo se encuentra en Atenas, recorre la ciudad, de hecho anuncia en la plaza pública, y un día es invitado al ágora, algunos filósofos epicúreos y estoicos quieren escuchar la nueva doctrina que anuncia. Aunque me sobran razones para no ser admirador de Pablo, en este episodio debo reconocer que simplemente es magnífico, pues su predicación comienza por alabar a los atenienses por su espíritu religioso. Menciona además que vió un monumento dedicado al dios desconocido, y que es a quien viene a anunciar, lo que resulta un gran acierto, pues algunos de los que lo escuchan se convierten a la nueva doctrina. Lamentablemente el episodio no resulta totalmente exitoso porque llega el momento en que Pablo anuncia la resurrección de Jesús y en ese momento sus interlocutores terminan la conversación. La razón: una concepción cultural, los griegos conciben el mundo de manera cíclica, el alma también sigue esa dinámica, por lo tanto es imposible que acepten la resurrección, en cambio conciben la reencarnación como la forma de existencia del alma. Como este, hay muchos detalles en que el cristianismo y la cultura griega y romana tuvieron que buscar puntos de encuentro, quién salió ganando y quien perdiendo, no hay una respuesta fácil y unívoca, la verdad es que en algunos puntos se dió un sincretismo, en otros casos imperó la visión cristiana, aunque a ratos la concepción griega (indoeuropea) amenaza con regresar, tal es el caso de la fascinación que en nuestro días ha despertado la reencarnación.
Fortino
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