PORTLAND, jueves 17 de febrero de 2011 (ZENIT.org) Los pequeños Violet y Kieran son un par de mellizos que hoy tienen 15 meses. Nacieron con cinco días de diferencia. Con el mismo material genético pero gestados en vientres diferentes.
Como el caso es tan extraño, no hay palabras para llamarlo. Por ello se ha acuñado el término twiblings, una combinación de las palabras twin (mellizos) y sibling (hermano). La historia de estos hermanos fue difundida recientemente en la revista dominical del periódico The New York Times.
Melanie Thernstrom contrajo matrimonio a los 41 años con Michael Callahan, cinco años menor que ella, en la ciudad de Portland (Oregón, Estados Unidos), luego de haberse graduado en Harvard y haber tenido una carrera exitosa.
Pese a su avanzada edad no quería dejar de vivir la experiencia de ser madre. Intentó concebir de manera natural pero no pudo. Luego trató por seis veces de hacerse una fertilización in vitro, pero los embriones morían prematuramente.
El tema de la adopción lo descartó porque este procedimiento resulta cada vez más complicado en las mujeres mayores de 40 años: “cuando los padres Michael adoptaron a su hermana en 1970 había abundancia de bebés en Estados Unidos que necesitaban familias, pero el uso generalizado de métodos anticonceptivos, el aborto entre otros factores, han causado una baja de la oferta para los niños en adopción”, dice Melaine en el artículo de The New York Times.
Fue así como decidió buscar una donante de óvulos. Insistían en tener mellizos pero sabían que el 60 % de ellos nacen de forma prematura y con riesgo de contraer más enfermedades. Por eso pensaron en tener dos hijos con dos años de diferencia pero al ver en la edad avanzada de Melanie para criarlos, concluyeron que lo mejor sería alquilar dos vientres para embarazar a las mujeres de manera simultánea con los óvulos de la donante y el esperma del Michael.
Sobre el tema ZENIT consultó con el médico ginecólogo español Esteban Rodíguez Martín, portavoz de la asociación Ginecólogos por el derecho a vivir, quien asegura que estos procedimientos: “forman parte de las consecuencias de la ideología de género que se asumen como dogmas de fe de un progreso laicista”.
“En estos casos todos”, prosiguió Rodíguez, “los agentes implicados buscan lo mismo; los técnicos encuentran el placer al satisfacer su deseo de reconocimiento y de negocio; los arredandores obtienen el placer con la excusa de un falso altruismo por el que serán pagados y; los arrendatarios obtiene el placer al satisfacer su deseo de descendencia creyendo que están contribuyendo a un progreso del que son pioneros que redundará en un bien social gracias a lo que ellos creen que es un sacrifico”.
Esteban insistió en que los únicos sacrificados son “los seres humanos inocentes que han sido fabricados, seleccionados y manipulados comprados y vendidos, en función del interés de los que tienen el poder para utilizarlos como medio de satisfacer el instinto animal de placer-deseo”.
“Donante” y “arrendatarias”
Melanie Thernstrom y Michael encontraron a las implicadas en este procedimiento: la donante de los óvulos, (se le llama donante, aunque con el dinero que recibió compró un coche último modelo), una recién egresada residente en Califorina y, por medio de una agencia y una entrevista, a dos mujeres jóvenes que alquilaran sus vientres para gestar a las nuevas criaturas.
Y fue así como eligió a Melissa Fowler, una enfermera entonces de 30 años, casada y con dos hijos y a Fie McWilliams, de 34, también casada y con tres niños. Sus respectivos esposos aprobaron el procedimiento y ellas les explicaron a sus pequeños hijos que el bebé que esperarían deberían entregarlo a otra familia una vez naciera. Melanie siguió de cerca los embarazos y les hizo algunas recomendaciones. Al nacer los niños, las arrendatarias se comprometieron a amamantarlos con su leche.
A diferencia de muchas parejas que prefieren romper el vínculo con las mujeres que alquilan los vientres o donan los óvulos, ellos han querido conservar el lazo con todas las que han intervenido en el nacimiento de Violet y Kieran "Solo así es posible desmitificar el tema", dicen los esposos.
Esta decisión ha desatado una gran polémica por los lazos afectivos y la crisis de identidad que puede generar en los niños el llevar el material genético de una mujer, el haber sido gestado por otras dos y pero el haber sido ideados por una más, quien dice ser su madre y quien es la encargada de su crianza.
Un hecho que según el doctor Rodíguez, anula la “especificidad y la individualidad” del ser humano, quien se diferencia de otro ser vivo “por una cualidad propia, exclusiva e inmaterial, y por tanto no genómica, que lo dota de capacidad racional, moral y espiritual, hasta Sócrates sabia esto”, afirma.
Melanie cree que en la medida en que la tendencia se vuelva común los interrogantes se irán resolviendo. E insiste, en el artículo "En 20 años nadie va a decir que tuvo una hija gracias a una donación de óvulos. El escándalo ahora es porque la situación es novedosa".
Sobre el tema, la instrucción Dignitas Personae asegura que la Iglesia “considera que es éticamente inaceptable la disociación de la procreación del contexto integralmente personal del acto conyugal”, debido a que la procreación humana “es un acto personal de la pareja hombre-mujer, que no admite ningún tipo de delegación sustitutiva”.
La fecundación in vitro trae un gran número de pérdidas de embriones “además de no estar en conformidad con el respeto debido a la procreación, que no se reduce a la dimensión reproductiva– contribuye a debilitar la conciencia del respeto que se le debe a cada ser humano”.
La Dignitas Personae insiste en la legitimidad del deseo de la pareja de tener un hijo y comprende los sufrimientos que trae el problema de la infertilidad, pero señala en que este deseo “no puede ser antepuesto a la dignidad que posee cada vida humana, hasta el punto de someterla a un dominio absoluto” y enfatiza en que “el deseo de un hijo no puede justificar la “producción” del mismo, así como el deseo de no tener un hijo ya concebido no puede justificar su abandono o destrucción”.
Por Carmen Elena Villa
Compartir con mis alumnos documentos para analizar, ideas e inquietudes que les puedan servir para ampliar su reflexión sobre temas filosóficos y sociales.
domingo, 20 de febrero de 2011
viernes, 11 de febrero de 2011
El SIDA y el preservativo (parte II)
Por Michel Schooyans*
ROMA, miércoles 2 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la segunda parte del artículo “El SIDA y el preservativo”. La primera parte fue publicada el lunes 31 de enero.
* * *
Un problema de moral cristiana
Además, es engañoso afirmar que la Iglesia no tenga una doctrina oficial sobre el problema del SIDA y el preservativo. Aunque el Papa evita llamarlo por su nombre, los problemas morales ocasionados por el uso del condón son abordados en todas las enseñanzas relacionadas con las relaciones conyugales y la finalidad del matrimonio.
Cuando se considera el SIDA y el condón a la luz de la moral cristiana es importante tener en mente algunos puntos esenciales: el acto carnal debería tener lugar en el matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer; la fidelidad conyugal es el mejor remedio contra las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA; la unión conyugal debería estar abierta a la vida, a lo que se debe añadir el respeto a la vida de los demás.
¿Esposos o compañeros?
Se deduce que la Iglesia no predica una moral sexual a los “compañeros”. En vez de esto propone una moral conyugal y familiar. Se dirige a los “esposos”, parejas unidas sacramentalmente en una matrimonio monógamo y heterosexual. Sin embargo las consideraciones de los dignatarios van dirigidas a los “compañeros”, que tienen relaciones pre o extramatrimoniales, intermitentes o persistentes, heterosexuales, homosexuales, lésbicas...No se entiende porque la Iglesia, y mucho menos los titulares del Magisterio, deban -arriesgando el escándalo- socorrer a los que practican el vagabundeo sexual y sentirse responsables del pecado de quien, en muchos casos, no se interesa lo más mínimo, ni en la teoría ni en la práctica, de la moral cristiana.
“¡Pecad hermanos, pero con seguridad!” ¡Después del “sexo seguro”, tenemos ahora el “pecado seguro”!
La Iglesia y sus dignatarios, no tienen derecho a explicar como pecar cómodamente. Abusaría de su autoridad si diera consejos para llegar al divorcio, ya que la Iglesia considera el divorcio como un mal. Sería como confirmar al pecador en su pecado, mostrándole como seguir hacia adelante evitando las consecuencias no deseadas.
Por ello la consiguiente pregunta: ¿Es admisible que los dignatarios, que deberían ser custodios de la doctrina, oscurezcan la exigencia de la moral natural y de la moral evangélica, y no hagan un llamamiento a la conversión de los comportamientos?
Es inadmisible e irresponsable que los dignatarios den su aval a la idea del “sexo seguro”, usada para legitimar a los que usan el condón, cuando es notorio que esta expresión es una mentira y que lleva a la ruina. Estos ilustres dignatarios deberían, por tanto, preguntarse si están sólo incitando a las personas a burlarse del sexto mandamiento de Dios, aunque también se mofan del quinto “No matarás”. La sensación falsa de seguridad ofrecida por el condón, antes que reducir el riesgo de contagio, lo aumenta. La acusación de no respetar el quinto mandamiento se vuelve contra los “compañeros” que no usan el condón.
El argumento usado para “justificar” el uso del “profiláctico” del condón se reduce a nada, en relación a la moral natural y a la cristiana.
Sería más simple decir que, si los “esposos” se amasen de verdad, y si uno de ellos enfermase de cólera, peste o tuberculosis, deberían abstenerse de tener relaciones para evitar el contagio.
Objetivo: reinventar la doctrina
Un error de método
Al principio de este análisis hemos indicado que los dignatarios favorables al condón a menudo relacionan su arenga defensiva con causas distintas a la de los “compañeros” sexuales a largo plazo y organizados. De hecho, se utiliza este argumento para discutir toda la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad humana, sobre el matrimonio, la familia, la sociedad y la Iglesia misma.
Esto explica en parte la casi total carencia de interés de estos dignatarios en las conclusiones científicas y en las ideas fundamentales de la moral natural. Y son justo estas conclusiones y las ideas básicas lo que estos dignatarios deberían tener en cuenta en sus opiniones sobre la moral cristiana.
A causa de este error de método -sea voluntario o no- los dignatarios abren el camino a un cambio de la moral cristiana. Pretenden dar la vuelta al dogma cristiano, en cuanto que se reservan el derecho, en sus opiniones, a hacer un llamamiento a la institución de la Iglesia para una reforma que avale su moral y su dogma. Así pretenden participar, a su nivel, en esta nueva revolución cultural.
A pesar de que estos dignatarios han cometido, desde el principio, un error metodológico, hacen caso omiso a estas ideas fundamentales y básicas del problema, caminando inevitablemente sobre un terreno resbaloso. Si se parte de premisas erróneas, sólo se puede llegar a conclusiones erradas. Es fácil ver hacia donde estas ideas están llevando a los dignatarios. Su forma de pensar se puede resumir en tres sofismas, que pueden ser desmontados por cualquier colegial.
Tres sofismas
El primero:
Mayor: no usar el condón favorece la difusión del SIDA
Menor:favorecer esta difusión es favorecer la muerte.
Conclusión: No usar el condón significa favorecer la muerte.
Este razonamiento tortuoso se basa en la idea de que protegerse significa ponerse un preservativo. Los compañeros pueden ser múltiples. La fidelidad no es tomada en consideración. El impulso sexual está considerado como algo irresistible y la fidelidad conyugal como algo imposible. El único modo de no contraer el SIDA es el de usar condón.
Segundo sofisma:
Mayor: El condón es la única protección contra el SIDA
Menor: La Iglesia es contraria al condón
Conclusión: Por tanto la Iglesia favorece el SIDA
Este pseudo silogismo se basa en la equivocada afirmación de la premisa mayor, que el condón es la única protección posible contra el SIDA. Se da por descontada la afirmación que se quiere demostrar; estamos en presencia de una petitio principii : un razonamiento falaz, en el cual las premisas se presentan como algo indiscutible y de las que se deducen las conclusiones lógicas. Se asume como verdadero lo que se quiere demostrar, es decir que el condón constituye la única protección contra el SIDA.
Tercer sofisma:
Finalmente un ejemplo de pseudo silogismo, uno sofisticado del cual deberían darse cuenta los dignatarios.
Mayor: La Iglesia es contraria al condón
Menor: El condón previene embarazos no deseados
Conclusión/Premisa mayor: La Iglesia está a favor de los embarazos no deseados.
Premisa menor: los embarazos no deseados llevan al aborto.
Conclusión final. La Iglesia está a favor del aborto.
En definitiva, el renacimiento de la moral y eclesiología cristiana no puede esperar nada de la malvada explotación de los enfermos y de sus muertes.
------------
*Monseñor Michel Schooyans, filósofo y teólogo, es miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y de la Academia Pontificia para la Vida, consultor del Consejo Pontificio para la Familia y miembro de la Academia Mexicana de Bioética. Tras haber enseñado durante diez años en la Universidad Católica de San Pablo, en Brasil, se retiró como profesor de Filosofía Política y Ética de los problemas demográficos en la Universidad católica de Lovaina, en Bélgica. Es autor de alrededor de treinta libros.
http://www.zenit.org/article-38117?l=spanish
ROMA, miércoles 2 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la segunda parte del artículo “El SIDA y el preservativo”. La primera parte fue publicada el lunes 31 de enero.
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Un problema de moral cristiana
Además, es engañoso afirmar que la Iglesia no tenga una doctrina oficial sobre el problema del SIDA y el preservativo. Aunque el Papa evita llamarlo por su nombre, los problemas morales ocasionados por el uso del condón son abordados en todas las enseñanzas relacionadas con las relaciones conyugales y la finalidad del matrimonio.
Cuando se considera el SIDA y el condón a la luz de la moral cristiana es importante tener en mente algunos puntos esenciales: el acto carnal debería tener lugar en el matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer; la fidelidad conyugal es el mejor remedio contra las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA; la unión conyugal debería estar abierta a la vida, a lo que se debe añadir el respeto a la vida de los demás.
¿Esposos o compañeros?
Se deduce que la Iglesia no predica una moral sexual a los “compañeros”. En vez de esto propone una moral conyugal y familiar. Se dirige a los “esposos”, parejas unidas sacramentalmente en una matrimonio monógamo y heterosexual. Sin embargo las consideraciones de los dignatarios van dirigidas a los “compañeros”, que tienen relaciones pre o extramatrimoniales, intermitentes o persistentes, heterosexuales, homosexuales, lésbicas...No se entiende porque la Iglesia, y mucho menos los titulares del Magisterio, deban -arriesgando el escándalo- socorrer a los que practican el vagabundeo sexual y sentirse responsables del pecado de quien, en muchos casos, no se interesa lo más mínimo, ni en la teoría ni en la práctica, de la moral cristiana.
“¡Pecad hermanos, pero con seguridad!” ¡Después del “sexo seguro”, tenemos ahora el “pecado seguro”!
La Iglesia y sus dignatarios, no tienen derecho a explicar como pecar cómodamente. Abusaría de su autoridad si diera consejos para llegar al divorcio, ya que la Iglesia considera el divorcio como un mal. Sería como confirmar al pecador en su pecado, mostrándole como seguir hacia adelante evitando las consecuencias no deseadas.
Por ello la consiguiente pregunta: ¿Es admisible que los dignatarios, que deberían ser custodios de la doctrina, oscurezcan la exigencia de la moral natural y de la moral evangélica, y no hagan un llamamiento a la conversión de los comportamientos?
Es inadmisible e irresponsable que los dignatarios den su aval a la idea del “sexo seguro”, usada para legitimar a los que usan el condón, cuando es notorio que esta expresión es una mentira y que lleva a la ruina. Estos ilustres dignatarios deberían, por tanto, preguntarse si están sólo incitando a las personas a burlarse del sexto mandamiento de Dios, aunque también se mofan del quinto “No matarás”. La sensación falsa de seguridad ofrecida por el condón, antes que reducir el riesgo de contagio, lo aumenta. La acusación de no respetar el quinto mandamiento se vuelve contra los “compañeros” que no usan el condón.
El argumento usado para “justificar” el uso del “profiláctico” del condón se reduce a nada, en relación a la moral natural y a la cristiana.
Sería más simple decir que, si los “esposos” se amasen de verdad, y si uno de ellos enfermase de cólera, peste o tuberculosis, deberían abstenerse de tener relaciones para evitar el contagio.
Objetivo: reinventar la doctrina
Un error de método
Al principio de este análisis hemos indicado que los dignatarios favorables al condón a menudo relacionan su arenga defensiva con causas distintas a la de los “compañeros” sexuales a largo plazo y organizados. De hecho, se utiliza este argumento para discutir toda la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad humana, sobre el matrimonio, la familia, la sociedad y la Iglesia misma.
Esto explica en parte la casi total carencia de interés de estos dignatarios en las conclusiones científicas y en las ideas fundamentales de la moral natural. Y son justo estas conclusiones y las ideas básicas lo que estos dignatarios deberían tener en cuenta en sus opiniones sobre la moral cristiana.
A causa de este error de método -sea voluntario o no- los dignatarios abren el camino a un cambio de la moral cristiana. Pretenden dar la vuelta al dogma cristiano, en cuanto que se reservan el derecho, en sus opiniones, a hacer un llamamiento a la institución de la Iglesia para una reforma que avale su moral y su dogma. Así pretenden participar, a su nivel, en esta nueva revolución cultural.
A pesar de que estos dignatarios han cometido, desde el principio, un error metodológico, hacen caso omiso a estas ideas fundamentales y básicas del problema, caminando inevitablemente sobre un terreno resbaloso. Si se parte de premisas erróneas, sólo se puede llegar a conclusiones erradas. Es fácil ver hacia donde estas ideas están llevando a los dignatarios. Su forma de pensar se puede resumir en tres sofismas, que pueden ser desmontados por cualquier colegial.
Tres sofismas
El primero:
Mayor: no usar el condón favorece la difusión del SIDA
Menor:favorecer esta difusión es favorecer la muerte.
Conclusión: No usar el condón significa favorecer la muerte.
Este razonamiento tortuoso se basa en la idea de que protegerse significa ponerse un preservativo. Los compañeros pueden ser múltiples. La fidelidad no es tomada en consideración. El impulso sexual está considerado como algo irresistible y la fidelidad conyugal como algo imposible. El único modo de no contraer el SIDA es el de usar condón.
Segundo sofisma:
Mayor: El condón es la única protección contra el SIDA
Menor: La Iglesia es contraria al condón
Conclusión: Por tanto la Iglesia favorece el SIDA
Este pseudo silogismo se basa en la equivocada afirmación de la premisa mayor, que el condón es la única protección posible contra el SIDA. Se da por descontada la afirmación que se quiere demostrar; estamos en presencia de una petitio principii : un razonamiento falaz, en el cual las premisas se presentan como algo indiscutible y de las que se deducen las conclusiones lógicas. Se asume como verdadero lo que se quiere demostrar, es decir que el condón constituye la única protección contra el SIDA.
Tercer sofisma:
Finalmente un ejemplo de pseudo silogismo, uno sofisticado del cual deberían darse cuenta los dignatarios.
Mayor: La Iglesia es contraria al condón
Menor: El condón previene embarazos no deseados
Conclusión/Premisa mayor: La Iglesia está a favor de los embarazos no deseados.
Premisa menor: los embarazos no deseados llevan al aborto.
Conclusión final. La Iglesia está a favor del aborto.
En definitiva, el renacimiento de la moral y eclesiología cristiana no puede esperar nada de la malvada explotación de los enfermos y de sus muertes.
------------
*Monseñor Michel Schooyans, filósofo y teólogo, es miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y de la Academia Pontificia para la Vida, consultor del Consejo Pontificio para la Familia y miembro de la Academia Mexicana de Bioética. Tras haber enseñado durante diez años en la Universidad Católica de San Pablo, en Brasil, se retiró como profesor de Filosofía Política y Ética de los problemas demográficos en la Universidad católica de Lovaina, en Bélgica. Es autor de alrededor de treinta libros.
http://www.zenit.org/article-38117?l=spanish
El SIDA y el preservativo (parte I)
Por monseñor Michel Schooyans*ROMA, lunes 31 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Es cierto que muchas personas han sido contagiadas del SIDA sin tener la más mínima responsabilidad por ello, a través de transfusiones de sangre, errores médicos o contactos accidentales. También el personal sanitario arriesga el contagio, cuando cuida a personas seropositivas.
No vamos a tratar estos casos en esta ocasión. En vez de eso analizaremos las declaraciones realizadas por diversas personalidades de gran relevancia en el mundo académico y eclesiástico, sobre todo moralistas y pastores. Los llamaremos dignatarios, evitando citar nombres para no personalizar el debate y para focalizar la atención en la argumentación moral. [1]
Desorden y confusión
Ya que estas declaraciones se refieren al uso del preservativo como medio para no contraer el SIDA, a menudo producen una profunda confusión en la opinión pública y en la Iglesia. Estas declaraciones se acompañan frecuentemente de sorprendentes comentarios sobre la persona del Papa y sobre sus funciones, así como sobre la autoridad de la Iglesia. En este contexto también se producen las habituales quejas sobre la moral sexual, el celibato, la homosexualidad, la ordenación de las mujeres, la Comunión para los divorciados y los abortistas etc.. Son una ocasión para aprovechar y dar así resonancia global a estos temas.
Estos dignatarios se manifiestan, muy satisfechos, a través de los medios de comunicación social. Se declaran favorables al uso del condón para evitar el riesgo de contagio del SIDA. Según ellos la Iglesia debería cambiar su postura en este tema.
Estas declaraciones crean gran confusión en la mente de la gente. Confunden a los fieles, dividen a los sacerdotes, indisponen al episcopado, desacreditan al colegio cardenalicio, dañan al Magisterio de la Iglesia y acusan directamente al Santo Padre. Otros dignatarios, en estos momentos retirados o difuntos, condujeron en su momento este tipo de movimiento. Hoy, estas observaciones provocan a menudo la consternación, porque la gente espera mayor prudencia y rigor moral, teológico y de comportamiento de estos dignatarios que- influenciados por ideas de moda en ciertos ambientes- hacen de todo para “justificar” el uso del preservativo usando los habituales trucos del “daño menor” o del “doble efecto” como si fueran los vendedores.
Uno de estos dignatarios llegó al punto de considerar el uso del condón como una obligación moral basándose en el quinto mandamiento. En este sentido se dice que si la persona infectada por el virus se niega a practicar la abstinencia, deberá proteger a su pareja y que el único modo de hacerlo, en este caso, es a través del preservativo.
Este tipo de observaciones son suficientes para dejar a la gente perpleja y revelan un conocimiento incompleto y tendencioso de la moral más natural y en particular de la moral cristiana. El modo de presentar las cosas es cuanto menos sorprendente.
Un problema de moral natural
Algunas consideraciones tranquilizadoras pero falsas
Los argumentos de estos dignatarios, con respecto al uso del condón, son sorprendentemente superficiales. Estas personas deberían basarse en estudios científicos y clínicos serios, evitando recuperar y dar crédito a bulos que hace tiempo que fueron refutados en cualquier revista de consumidores.
¿Cómo se puede no haber constatado que el efecto de contención del condón es en realidad bastante ilusorio? Es así en cuanto a que el preservativo es mecánicamente frágil, y que anima y incrementa el número de las parejas y la variedad de las experiencias sexuales. Por estos motivos se aumentan los riegos en vez de reducirlos.
La única forma eficaz de prevención resulta ser la de la fidelidad y la de la renuncia a los comportamientos de riesgo.
Desde este punto de vista, la calificación moral del uso del preservativo es un problema de honestidad científica y de moral natural. La Iglesia no sólo tiene el derecho, sino que también tiene el deber de pronunciarse sobre este tema.
Ineficacia que tiene como consecuencia la muerte
Las declaraciones de estos dignatarios no citan recientes estudios de innegable valor científico, como el del doctor Jacques Suaudeau[2]. Si ignorasen estos recientes estudios, podrían tener en cuenta, al menos aquellos previos, emitidos por las más altas autoridades científicas. Por ejemplo en 1996, se leía en un informe del profesor Henri Lestradet, de la Academia Nacional de Medicina (París) [3]:
“Es oportuno […] subrayar que el condón está considerado como un medio de anticoncepción. Sin embargo […] la tasa de fracaso está colocada generalmente entre el 5% y el 12% por pareja, y por año de uso”.
“A priori […] con el virus de VIH que es 500 veces más pequeño que el esperma, es difícil pensar en una tasa de fracaso inferior. En todo caso hay una enorme diferencia entre estas dos situaciones. Si el condón no es totalmente eficaz como medio anticonceptivo, la consecuencia de este fracaso es el desarrollo de la vida, mientras que en el caso de contagio del VIH es la muerte en todos los casos”. [4]
Después considerando el caso de los seropositivos, el mismo informe observa que: “El único comportamiento responsable de un hombre seropositivo es la abstención efectiva de las relaciones sexuales, de las protegidas y de las que no lo son. [...] Si una pareja establece una relación estable, debería seguir estas recomendaciones: que cada uno se someta a análisis clínicos, repitiéndolos tres meses después, practicando en este periodo la abstinencia de toda relación sexual (con o sin condón), para poder ejercitarse en la fidelidad recíproca”. [5]
Los dignatarios, que son los autores de las consideraciones que estamos analizando, deberían tener en cuenta esta dramática conclusión que se extrae del informe que estamos citando:
“La declaración- realizada centenares de veces de los agentes sanitarios del Conseil supérieur del SIDA, y por asociaciones de lucha contra el SIDA- de la seguridad garantizada en cualquier circunstancia del uso del preservativo, es sin duda alguna, el principio de muchos contagios de los cuales todavía se niegan a buscar las causas”. [6]
Algunas campañas internacionales son realizadas en sociedades “expuestas”, inundándolas de preservativos. Se invita a las autoridades religiosas a dar su patrocinio. Pero no obstante estas campañas, y probablemente a causa de ellas, se observa regularmente una progresión de la pandemia.
En julio de 2004, una de las más eminentes autoridades mundiales del SIDA, el doctor belga Jean-Louis Lamboray, abandonó el UNAIDS (el programa de las Naciones Unidas contra el SIDA). El motivo que dio de este abandono fue “el fracaso de las políticas en la contención de esta enfermedad”. “Estas políticas han fallado porque la UNAIDS ha olvidado que las verdaderas medidas preventivas se deciden en las casas de las personas y no en las oficinas de los expertos”. [7]
Antes de emitir declaraciones perentorias, los dignatarios deberían recordar lo que otro doctor dijo; un doctor a quien los medios de comunicación dieron mucha importancia y que ciertamente no era sospechoso de simpatía hacia las posiciones de la Iglesia. Esto es lo que el difunto profesor Leon Schwartzenberg escribió en 1989:
“Son sobre todo los jóvenes los que extienden el SIDA; son completamente ignorantes de la tragedia del SIDA, que para ellos es una enfermedad que afecta a las personas ancianas. Esta convicción es reforzada por la actitud de la clase política mucho mayor que ellos, que son los responsables de esta propaganda: la publicidad oficial del preservativo parece estar creada por quien no lo usa nunca, para quien no quiere usarlo”. [8]
Los oyentes, los lectores y los espectadores de televisión, no pueden dar por buenas las consideraciones imprudentes de estos dignatarios, sin arriesgarse -como ellos- a verse acusados, antes o después, de ser “la raíz de muchos contagios”.
[La segunda parte de este artículo será publicada el próximo martes día 1 de febrero]
1) Extracto de Le terrorisme à visage humain, de Michel Schooyans y Anne-Marie Libert, segunda edición, París, F.-X. de Guibert Publisher, 2008, pp. 173-179.
2) Dr Jacques SUAUDEAU, artículo “Sexo seguro” en Lexicon, Madrid, Ed. Palabra, 2004; pp.1041-1061. La edición italiana fue publicada en Bolonia, Ed. EDB, 2003.
3) Henri LESTRADET., AIDS, Propagation and Prevention. Informe de la Commisión V11 de la National Academy of Medicine, con comentarios, París, Editions de Paris, 1996.
4) ibid, p.42.
5) ibid, p.46.
6) ibid, pp.46 e ss.
7) ACI comunicado del 6 julio de 2004.
8) Léon Schwartzenberg, Interview en La Libre Belgique (Bruselas), 13 de marzo 1989, p.2.
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*Mons. Michel Schooyans, filósofo y teólogo, es miembro de la Academia Pontificia de las ciencias sociales y de la Academia Pontificia de la vida, consultor del Consejo Pontificio de la familia y miembro de la Academia mexicana de bioética. Tras haber enseñado durante diez años en la Universidad católica de San Pablo, en Brasil, se retiró como profesor de filosofía política y ética de los problemas demográficos en la Universidad católica de Lovaina, en Bélgica. Es autor de alrededor de treinta libros.
http://www.zenit.org/rssspanish-38081
No vamos a tratar estos casos en esta ocasión. En vez de eso analizaremos las declaraciones realizadas por diversas personalidades de gran relevancia en el mundo académico y eclesiástico, sobre todo moralistas y pastores. Los llamaremos dignatarios, evitando citar nombres para no personalizar el debate y para focalizar la atención en la argumentación moral. [1]
Desorden y confusión
Ya que estas declaraciones se refieren al uso del preservativo como medio para no contraer el SIDA, a menudo producen una profunda confusión en la opinión pública y en la Iglesia. Estas declaraciones se acompañan frecuentemente de sorprendentes comentarios sobre la persona del Papa y sobre sus funciones, así como sobre la autoridad de la Iglesia. En este contexto también se producen las habituales quejas sobre la moral sexual, el celibato, la homosexualidad, la ordenación de las mujeres, la Comunión para los divorciados y los abortistas etc.. Son una ocasión para aprovechar y dar así resonancia global a estos temas.
Estos dignatarios se manifiestan, muy satisfechos, a través de los medios de comunicación social. Se declaran favorables al uso del condón para evitar el riesgo de contagio del SIDA. Según ellos la Iglesia debería cambiar su postura en este tema.
Estas declaraciones crean gran confusión en la mente de la gente. Confunden a los fieles, dividen a los sacerdotes, indisponen al episcopado, desacreditan al colegio cardenalicio, dañan al Magisterio de la Iglesia y acusan directamente al Santo Padre. Otros dignatarios, en estos momentos retirados o difuntos, condujeron en su momento este tipo de movimiento. Hoy, estas observaciones provocan a menudo la consternación, porque la gente espera mayor prudencia y rigor moral, teológico y de comportamiento de estos dignatarios que- influenciados por ideas de moda en ciertos ambientes- hacen de todo para “justificar” el uso del preservativo usando los habituales trucos del “daño menor” o del “doble efecto” como si fueran los vendedores.
Uno de estos dignatarios llegó al punto de considerar el uso del condón como una obligación moral basándose en el quinto mandamiento. En este sentido se dice que si la persona infectada por el virus se niega a practicar la abstinencia, deberá proteger a su pareja y que el único modo de hacerlo, en este caso, es a través del preservativo.
Este tipo de observaciones son suficientes para dejar a la gente perpleja y revelan un conocimiento incompleto y tendencioso de la moral más natural y en particular de la moral cristiana. El modo de presentar las cosas es cuanto menos sorprendente.
Un problema de moral natural
Algunas consideraciones tranquilizadoras pero falsas
Los argumentos de estos dignatarios, con respecto al uso del condón, son sorprendentemente superficiales. Estas personas deberían basarse en estudios científicos y clínicos serios, evitando recuperar y dar crédito a bulos que hace tiempo que fueron refutados en cualquier revista de consumidores.
¿Cómo se puede no haber constatado que el efecto de contención del condón es en realidad bastante ilusorio? Es así en cuanto a que el preservativo es mecánicamente frágil, y que anima y incrementa el número de las parejas y la variedad de las experiencias sexuales. Por estos motivos se aumentan los riegos en vez de reducirlos.
La única forma eficaz de prevención resulta ser la de la fidelidad y la de la renuncia a los comportamientos de riesgo.
Desde este punto de vista, la calificación moral del uso del preservativo es un problema de honestidad científica y de moral natural. La Iglesia no sólo tiene el derecho, sino que también tiene el deber de pronunciarse sobre este tema.
Ineficacia que tiene como consecuencia la muerte
Las declaraciones de estos dignatarios no citan recientes estudios de innegable valor científico, como el del doctor Jacques Suaudeau[2]. Si ignorasen estos recientes estudios, podrían tener en cuenta, al menos aquellos previos, emitidos por las más altas autoridades científicas. Por ejemplo en 1996, se leía en un informe del profesor Henri Lestradet, de la Academia Nacional de Medicina (París) [3]:
“Es oportuno […] subrayar que el condón está considerado como un medio de anticoncepción. Sin embargo […] la tasa de fracaso está colocada generalmente entre el 5% y el 12% por pareja, y por año de uso”.
“A priori […] con el virus de VIH que es 500 veces más pequeño que el esperma, es difícil pensar en una tasa de fracaso inferior. En todo caso hay una enorme diferencia entre estas dos situaciones. Si el condón no es totalmente eficaz como medio anticonceptivo, la consecuencia de este fracaso es el desarrollo de la vida, mientras que en el caso de contagio del VIH es la muerte en todos los casos”. [4]
Después considerando el caso de los seropositivos, el mismo informe observa que: “El único comportamiento responsable de un hombre seropositivo es la abstención efectiva de las relaciones sexuales, de las protegidas y de las que no lo son. [...] Si una pareja establece una relación estable, debería seguir estas recomendaciones: que cada uno se someta a análisis clínicos, repitiéndolos tres meses después, practicando en este periodo la abstinencia de toda relación sexual (con o sin condón), para poder ejercitarse en la fidelidad recíproca”. [5]
Los dignatarios, que son los autores de las consideraciones que estamos analizando, deberían tener en cuenta esta dramática conclusión que se extrae del informe que estamos citando:
“La declaración- realizada centenares de veces de los agentes sanitarios del Conseil supérieur del SIDA, y por asociaciones de lucha contra el SIDA- de la seguridad garantizada en cualquier circunstancia del uso del preservativo, es sin duda alguna, el principio de muchos contagios de los cuales todavía se niegan a buscar las causas”. [6]
Algunas campañas internacionales son realizadas en sociedades “expuestas”, inundándolas de preservativos. Se invita a las autoridades religiosas a dar su patrocinio. Pero no obstante estas campañas, y probablemente a causa de ellas, se observa regularmente una progresión de la pandemia.
En julio de 2004, una de las más eminentes autoridades mundiales del SIDA, el doctor belga Jean-Louis Lamboray, abandonó el UNAIDS (el programa de las Naciones Unidas contra el SIDA). El motivo que dio de este abandono fue “el fracaso de las políticas en la contención de esta enfermedad”. “Estas políticas han fallado porque la UNAIDS ha olvidado que las verdaderas medidas preventivas se deciden en las casas de las personas y no en las oficinas de los expertos”. [7]
Antes de emitir declaraciones perentorias, los dignatarios deberían recordar lo que otro doctor dijo; un doctor a quien los medios de comunicación dieron mucha importancia y que ciertamente no era sospechoso de simpatía hacia las posiciones de la Iglesia. Esto es lo que el difunto profesor Leon Schwartzenberg escribió en 1989:
“Son sobre todo los jóvenes los que extienden el SIDA; son completamente ignorantes de la tragedia del SIDA, que para ellos es una enfermedad que afecta a las personas ancianas. Esta convicción es reforzada por la actitud de la clase política mucho mayor que ellos, que son los responsables de esta propaganda: la publicidad oficial del preservativo parece estar creada por quien no lo usa nunca, para quien no quiere usarlo”. [8]
Los oyentes, los lectores y los espectadores de televisión, no pueden dar por buenas las consideraciones imprudentes de estos dignatarios, sin arriesgarse -como ellos- a verse acusados, antes o después, de ser “la raíz de muchos contagios”.
[La segunda parte de este artículo será publicada el próximo martes día 1 de febrero]
1) Extracto de Le terrorisme à visage humain, de Michel Schooyans y Anne-Marie Libert, segunda edición, París, F.-X. de Guibert Publisher, 2008, pp. 173-179.
2) Dr Jacques SUAUDEAU, artículo “Sexo seguro” en Lexicon, Madrid, Ed. Palabra, 2004; pp.1041-1061. La edición italiana fue publicada en Bolonia, Ed. EDB, 2003.
3) Henri LESTRADET., AIDS, Propagation and Prevention. Informe de la Commisión V11 de la National Academy of Medicine, con comentarios, París, Editions de Paris, 1996.
4) ibid, p.42.
5) ibid, p.46.
6) ibid, pp.46 e ss.
7) ACI comunicado del 6 julio de 2004.
8) Léon Schwartzenberg, Interview en La Libre Belgique (Bruselas), 13 de marzo 1989, p.2.
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*Mons. Michel Schooyans, filósofo y teólogo, es miembro de la Academia Pontificia de las ciencias sociales y de la Academia Pontificia de la vida, consultor del Consejo Pontificio de la familia y miembro de la Academia mexicana de bioética. Tras haber enseñado durante diez años en la Universidad católica de San Pablo, en Brasil, se retiró como profesor de filosofía política y ética de los problemas demográficos en la Universidad católica de Lovaina, en Bélgica. Es autor de alrededor de treinta libros.
http://www.zenit.org/rssspanish-38081
Francia: obispos se pronuncian contra la creación de un “bebé medicamento”
“Ese utilitarismo es indigno del hombre”, afirman
PARÍS, jueves 10 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- “Concebir un niño para ser utilizado – aunque sea para un tratamiento – no es respetuoso con su dignidad”, afirmaron diez obispo de las provincias del oeste de Francia, en un comunicado hecho público el pasado martes 8 por la Conferencia Episcopal Francesa.
Los obispos – entre ellos monseñor Pierre d'Ornellas, arzobispo de Rennes y presidente del grupo de trabajo espicopal sobre la bioética – responden así a la noticia del nacimiento del primer “bebé-medicamento” en Francia, el pasado 26 de enero.
Se trata de un niño seleccionado genéticamente entre muchos embriones y cuyas células madre recogidas del cordón umbilical al nacer deberían permitir curar un hermano mayor que padece una enfermedad genética grave.
“Querer curar a un hermano en humanidad honra al hombre”, afirman los obispos. “¡Muchas personas consagran su vida a ello! Acompañar el sufrimiento de los padres que tienen un hijo gravemente enfermo es un deber de la sociedad. Comprendemos su angustia y su esperanza en la medicina”.
“En cambio – afirman – legalizar la utilización del ser humano más vulnerable para curar es indigno del hombre. Concebir un niño para utilizarlo – aunque sea para curar – no es respetuoso con su dignidad. ¿Qué dirá el niño cuando descubra que es un 'bebé-medicamento'?”
Los obispos estiman que “semejante utilitarismo es siempre una regresión”. “Es peligroso para una sociedad no respetar el interés primordial del niño estipulado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño”, afirman. “Animamos la investigación para que encuentre cada vez más terapias apropiadas”.
El comunicado está firmado por monseñores Pierre d'Ornellas, arzobispo de Rennes; Emmanuel Delmas, obispo de Angers; Yves Le Saux, obispo de Le Mans; Jean-Paul James, obispo de Nantes; Raymond Centène, obispo de Vannes; Thierry Scherrer, obispo de Laval; Alain Castet, obispo de Luçon; Jean-Marie Le Vert, obispo de Quimper; Denis Moutel, obispo de Saint-Brieuc, y Nicolas Souchu, obispo auxiliar de Rennes.
http://www.zenit.org/article-38219?l=spanish
PARÍS, jueves 10 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- “Concebir un niño para ser utilizado – aunque sea para un tratamiento – no es respetuoso con su dignidad”, afirmaron diez obispo de las provincias del oeste de Francia, en un comunicado hecho público el pasado martes 8 por la Conferencia Episcopal Francesa.
Los obispos – entre ellos monseñor Pierre d'Ornellas, arzobispo de Rennes y presidente del grupo de trabajo espicopal sobre la bioética – responden así a la noticia del nacimiento del primer “bebé-medicamento” en Francia, el pasado 26 de enero.
Se trata de un niño seleccionado genéticamente entre muchos embriones y cuyas células madre recogidas del cordón umbilical al nacer deberían permitir curar un hermano mayor que padece una enfermedad genética grave.
“Querer curar a un hermano en humanidad honra al hombre”, afirman los obispos. “¡Muchas personas consagran su vida a ello! Acompañar el sufrimiento de los padres que tienen un hijo gravemente enfermo es un deber de la sociedad. Comprendemos su angustia y su esperanza en la medicina”.
“En cambio – afirman – legalizar la utilización del ser humano más vulnerable para curar es indigno del hombre. Concebir un niño para utilizarlo – aunque sea para curar – no es respetuoso con su dignidad. ¿Qué dirá el niño cuando descubra que es un 'bebé-medicamento'?”
Los obispos estiman que “semejante utilitarismo es siempre una regresión”. “Es peligroso para una sociedad no respetar el interés primordial del niño estipulado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño”, afirman. “Animamos la investigación para que encuentre cada vez más terapias apropiadas”.
El comunicado está firmado por monseñores Pierre d'Ornellas, arzobispo de Rennes; Emmanuel Delmas, obispo de Angers; Yves Le Saux, obispo de Le Mans; Jean-Paul James, obispo de Nantes; Raymond Centène, obispo de Vannes; Thierry Scherrer, obispo de Laval; Alain Castet, obispo de Luçon; Jean-Marie Le Vert, obispo de Quimper; Denis Moutel, obispo de Saint-Brieuc, y Nicolas Souchu, obispo auxiliar de Rennes.
http://www.zenit.org/article-38219?l=spanish
domingo, 22 de agosto de 2010
Un bien público llamado hijo
BURGOS, sábado, 21 de agosto de 2010 (ZENIT.org) - Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con el título "Un bien público llamado hijo".
Desde hace años se han disparado las alarmas de la natalidad en Europa. No en el sentido de que se nos acabe el suelo para acoger los nuevos nacimientos, sino porque éstos han decrecido de forma alarmante. Y como esto tiene repercusiones seguras y negativas sobre las pensiones, nada más lógico que la Comisión Europea se muestre cada vez más preocupada por el envejecimiento demográfico y su repercusión en el estado del bienestar. Hasta el punto de que en su reciente Libro verde no dude en afirmar que "con las tendencias actuales, la situación es insostenible".
Una de las propuestas que ofrece es conseguir que la salida efectiva de la vida laboral se acerque a la edad legal de la jubilación y alargar ésta hasta los setenta años. En España la edad efectiva está en 62,6 años y el gobierno ya ha anunciado prolongar la edad legar de la jubilación.
Especialistas y demógrafos han dado también la señal de alarma sobre el desequilibrio entre la baja natalidad y la larga esperanza de vida, por una parte, y el estado del bienestar, por otra. Si no se invierte la pirámide fatalista, las pensiones, la atención a las personas dependientes, y el gasto sanitario y educativo están amenazados.
Los programas electorales o gubernamentales pueden prometer cualquier cosa. Pero los datos demográficos son los que son: contundentes y nada flexibles. Y estos datos señalan que para apuntalar el estado del bienestar se necesita una tasa de fecundidad en torno al 1,9 de hijos por mujer, como ocurre, por ejemplo, en Francia y los países nórdicos. En España tenemos 1,46.
Ciertamente, la inmigración es un factor positivo para la natalidad, pues el 20 por ciento de los nacimientos son de madre extranjera. Pero los demógrafos saben muy bien que las mujeres emigrantes no son tan numerosas como para variar el índice y, además, que con el paso del tiempo tienden a adoptar nuestros patrones de natalidad más reducida.
Según esto, parece que el único remedio es aumentar la natalidad. Es alentador que todas las encuestas coincidan en que las españolas dicen que desearían tener más hijos. Toca ahora a los sectores implicados comprometerse con la promoción de la natalidad. El Estado dando más prestaciones familiares y plazas para la educación infantil; los empleadores, con medidas de conciliación entre trabajo y familia; y las propias familias, con una responsabilidad compartida entre el marido y la mujer para la crianza de los hijos. Como alguien ha dicho, el hijo se ha convertido en "bien público".
En este horizonte, y sin entrar en consideraciones éticas, resulta incomprensible la promoción del aborto. Porque los ciento quince mil ochocientos doce abortos de 2008 suponen uno de cada cinco embarazos. Dicho en términos más crematísticos, uno de cada cinco españoles que podrían apuntalar el estado del bienestar no aportarán sus brazos y su inteligencia para hacer progresar al país.
Es verdad que también habrían supuesto un mayor gasto en su infancia y juventud, pero a nadie se le oculta que el aumento de la población joven en un país envejecido es siempre un factor positivo. Por lo demás, las mujeres que abortan no son las que más hijos suelen tener, pues el sesenta y seis por ciento no tienen ninguno y el veintidós sólo tiene uno.
En definitiva, se trata, como insisten los demógrafos, de favorecer que las mujeres tengan hijos más jóvenes. Para ello es necesario invertir la actual sensibilidad de algunos sectores, muy ideologizados y politizados, que no cesa de bombardear la opinión pública en contra del aumento de la natalidad y a favor del aborto. Todos deberíamos ser más conscientes de que tal postura, más allá de consideraciones éticas, es un atentado contra el estado de bienestar.
Por monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
http://zenit.org/article-36293?l=spanish
Desde hace años se han disparado las alarmas de la natalidad en Europa. No en el sentido de que se nos acabe el suelo para acoger los nuevos nacimientos, sino porque éstos han decrecido de forma alarmante. Y como esto tiene repercusiones seguras y negativas sobre las pensiones, nada más lógico que la Comisión Europea se muestre cada vez más preocupada por el envejecimiento demográfico y su repercusión en el estado del bienestar. Hasta el punto de que en su reciente Libro verde no dude en afirmar que "con las tendencias actuales, la situación es insostenible".
Una de las propuestas que ofrece es conseguir que la salida efectiva de la vida laboral se acerque a la edad legal de la jubilación y alargar ésta hasta los setenta años. En España la edad efectiva está en 62,6 años y el gobierno ya ha anunciado prolongar la edad legar de la jubilación.
Especialistas y demógrafos han dado también la señal de alarma sobre el desequilibrio entre la baja natalidad y la larga esperanza de vida, por una parte, y el estado del bienestar, por otra. Si no se invierte la pirámide fatalista, las pensiones, la atención a las personas dependientes, y el gasto sanitario y educativo están amenazados.
Los programas electorales o gubernamentales pueden prometer cualquier cosa. Pero los datos demográficos son los que son: contundentes y nada flexibles. Y estos datos señalan que para apuntalar el estado del bienestar se necesita una tasa de fecundidad en torno al 1,9 de hijos por mujer, como ocurre, por ejemplo, en Francia y los países nórdicos. En España tenemos 1,46.
Ciertamente, la inmigración es un factor positivo para la natalidad, pues el 20 por ciento de los nacimientos son de madre extranjera. Pero los demógrafos saben muy bien que las mujeres emigrantes no son tan numerosas como para variar el índice y, además, que con el paso del tiempo tienden a adoptar nuestros patrones de natalidad más reducida.
Según esto, parece que el único remedio es aumentar la natalidad. Es alentador que todas las encuestas coincidan en que las españolas dicen que desearían tener más hijos. Toca ahora a los sectores implicados comprometerse con la promoción de la natalidad. El Estado dando más prestaciones familiares y plazas para la educación infantil; los empleadores, con medidas de conciliación entre trabajo y familia; y las propias familias, con una responsabilidad compartida entre el marido y la mujer para la crianza de los hijos. Como alguien ha dicho, el hijo se ha convertido en "bien público".
En este horizonte, y sin entrar en consideraciones éticas, resulta incomprensible la promoción del aborto. Porque los ciento quince mil ochocientos doce abortos de 2008 suponen uno de cada cinco embarazos. Dicho en términos más crematísticos, uno de cada cinco españoles que podrían apuntalar el estado del bienestar no aportarán sus brazos y su inteligencia para hacer progresar al país.
Es verdad que también habrían supuesto un mayor gasto en su infancia y juventud, pero a nadie se le oculta que el aumento de la población joven en un país envejecido es siempre un factor positivo. Por lo demás, las mujeres que abortan no son las que más hijos suelen tener, pues el sesenta y seis por ciento no tienen ninguno y el veintidós sólo tiene uno.
En definitiva, se trata, como insisten los demógrafos, de favorecer que las mujeres tengan hijos más jóvenes. Para ello es necesario invertir la actual sensibilidad de algunos sectores, muy ideologizados y politizados, que no cesa de bombardear la opinión pública en contra del aumento de la natalidad y a favor del aborto. Todos deberíamos ser más conscientes de que tal postura, más allá de consideraciones éticas, es un atentado contra el estado de bienestar.
Por monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
http://zenit.org/article-36293?l=spanish
martes, 29 de junio de 2010
Paternidad anónima Las consecuencias de donar esperma
Por el padre John Flynn, LC
ROMA, domingo 20 de junio de 2010 (ZENIT.org). – El aumento constante de inseminaciones artificiales y la utilización de esperma de donantes está llevando a que un creciente número de niños no conozcan la identidad de su padre biológico. Un informe reciente consideraba las consecuencias de esto para las vidas de quienes ahora llegan a la edad adulta.
El estudio lo publicaba la Commission on Parenthood’s Future. Titulado: My Daddy’s Name is Donor: A New Study of Young Adults Conceived Through Sperm Donation (El nombre de mi papá es Donante: un nuevo estudio sobre adultos jóvenes concebidos por la donación de esperma), tenía como autores a Elizabeth Marquardt, Norval D. Glenn y Karen Clark.
Según el estudio, entre 30.000 y 60.000 niños nacen cada año en Estados Unidos a través de la donación de esperma. Se trata, sin embargo, de una estimación a la baja, puesto que ningún organismo recoge estadísticas de estos procedimientos. Además, este el primer estudio serio para evaluar el bienestar de quienes ahora son adultos. El informe también comentaba que la donación de esperma es un fenómeno internacional. Gente de todo el mundo busca donantes de esperma en Estados Unidos debido a la falta de reglamentaciones, y países como Dinamarca, India y Sudáfrica proporcionan también donantes de esperma a un floreciente mercado de turismo de fertilidad.
Los autores hacen una interesante comparación entre la donación de esperma y la adopción. La adopción se rige por normas estrictas, y los padres adoptivos son estudiados de manera cuidadosa antes de poder adoptar. Cuando se trata de la donación de esperma, por el contrario, las mujeres van de compras de donantes en catálogos online que comparan cualidades físicas, inteligencia y logros profesionales, y todo lo que necesitan hacer es pagar la transacción.
A pesar de la comparación con la adopción, los autores observaban que con mucha frecuencia sus amigos y colegas les comentaban que la donación de esperma es casi como una adopción. Para empezar, esta no tiene en cuenta las dificultades a las que muchos niños adoptados hacen frente en términos de separación de sus orígenes biológicos, replicaba el informe.
Además, los niños adoptados pueden consolarse pensando que quizás sus madres los entregaron sólo tras una difícil lucha o debido a circunstancias extremas. Con la concepción por donante el nacido se da cuenta de que sólo ha sido una transacción comercial sin que el donante pensara nunca en ellos.
Daños
Para estudiar la situación de los adultos concebido por medio de la donación de esperma, los autores entrevistaron a más de un millón de hogares y, luego, presentaron una muestra representativa de 485 adultos entre los 18 y 45 años que decían que sus madres habían utilizado esperma donado. Se les comparaba con un grupo de 562 adultos que fueron adoptados de niños, y 563 adultos que crecieron con sus padres biológicos.
“Hemos aprendido que, de media, los adultos jóvenes concebidos a través de la donación de esperma sufren más, están más confusos y se sienten más aislados de sus familias”, indicaba el informe.
No menos del 65% de los adultos concebidos por estas donaciones estuvieron de acuerdo durante la entrevista con la siguiente afirmación: “El donante de esperma es la mitad de lo que yo soy”. Incluso las madres admiten su curiosidad por saber quién es el padre su hijo.
Sólo un poco menos de la mitad de estos adultos expresaron su malestar con sus orígenes, y muchos de ellos afirmaron que es una preocupación frecuente que tienen. Algunos de ellos se han sentido como monstruos – el resultado de experimentos de laboratorio – mientras que otros tienen problemas de identidad. El hecho de que en el proceso esté mezclado el dinero ha sido también causa de preocupación para muchos. Otros expresaron su malestar por haber sido un producto diseñado para satisfacer los deseos de sus padres. Y no menos del 70% admitían haberse preguntado cómo era la familia de su donante de esperma.
Las preocupaciones de la descendencia de los donantes de esperma no se limitan a temas como la identidad o la familia, sino que se extienden a lo médico. El informe apuntaba que algunos donantes han engendrado docenas de niños, y hay casos de cien o más. Así que de adultos estos niños están preocupados por no conocer a sus medio hermanos, o que sus hijos puedan encontrarse con el hijo de un medio hermano.
El tema de la donación anónima de esperma ha sido un asunto polémico en muchos países en los últimos años. Las críticas a esta práctica han llevado a que Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Holanda, Suiza y algunas zonas de Australia y Nueva Zelanda prohíban esta práctica, observaba el informe. En Estados Unidos y Canadá, sin embargo, no existen estas restricciones. La Iglesia católica se ha opuesto con firmeza a todos los procedimientos de inseminación artificial, pero como el informe deja claro, incluso aunque no estés de acuerdo con ello, hay muy buenas razones para estar a favor del derecho de los hijos a saber quién es su padre y poner fin a la paternidad anónima.
La encuesta analizó también temas sociales y psicológicos. Preguntados si antes de los 25 años habían tenido problemas con la ley, el 21% de los hijos de donantes dijeron que sí. Las cifras correspondientes a los hijos adoptados y a los hijos que crecieron con sus padres biológicos fueron 18% y 11% respectivamente. Se informó de resultados similares para problemas como el alcohol y el abuso de sustancias. Estos resultados permanecen constantes incluso cuando se controlan los resultados de variables de estatus socio-económico y de otro tipo.
En relación a los factores variables, una serie de interesantes datos surgidos del estudio fue que el 36% de los hijos de donantes dijeron que habían crecido como católicos, en comparación con el 22% de las familias adoptivas, y el 28% que creció con sus padres biológicos. Este es un descubrimiento que llama la atención, comentaba el informe, dada la oposición de la Iglesia católica a este tipo de prácticas. Además, el 32% de los adultos hijos de donantes dijeron que el catolicismo todavía es su religión. En contraste, un gran número de católicos en los otros dos grupos de control habían abandonado la Iglesia.
Secreto
Otra dificultad que sufren los hijos de esperma donado es el secreto sobre sus orígenes. En la mayoría de los casos, los padres dejan que el hijo crea al principio que está biológicamente relacionado con ambos. Luego, cuando el niño descubre finalmente la verdad, siente que se le ha mentido y que la relación con el padre está adulterada. Esto deja un poso de desconfianza, por lo que el 47% de ellos declara que, mientras crecían, su madre pudo haberles mentido sobre temas importantes. Esto tiene como elemento de comparación el 27% para los que fueron adoptados y el 18% para los que crecieron con sus padres biológicos. La preocupación de que el padre haya podido mentir da resultados similares.
No es de sorprender que una gran mayoría de los adultos concebidos a través de la donación de esperma expresen su apoyo a que se sepa todo. Esto incluye la identidad del donante y el derecho a tener algún tipo de relación con él. También dicen que querrían saber sobre la existencia y el número de sus medio hermanos. Según establece ahora, la ley en Estados Unidos no les da ninguno de estos derechos. Protege, de hecho, a los donantes y a las clínicas de fertilidad a costa de los hijos concebidos.
Pero los problemas no terminan con el secreto. Los resultados del estudio mostraron que el 44% de los adultos concebidos por donación se sentían cómodos con la concepción por donación, siempre que los padres digan a sus hijos la verdad, preferiblemente a una edad temprana. Sin embargo, el 36% tenía reserva incluso aunque los padres dijeran la verdad, y el 11% dijo que es duro para los hijos aunque los padres manejaran bien el asunto.
De hecho el informe comentaba que “sólo la franqueza no parece que resuelva las potenciales pérdidas, la confusión y los riesgos que se derivan de hijos concebidos deliberadamente para que crezcan faltando al menos uno de sus padres biológicos”.
El informe concluía con una serie de recomendaciones. Entre ellas estaba la observación de que ningún tratamiento médico tiene tan vastas implicaciones para una persona que no lo buscó – el descendiente. Y se preguntaban: “¿Una buena sociedad puede crear intencionadamente hijos de esta forma?” Una pregunta digna de reflexión.
http://www.zenit.org/article-35803?l=spanish
ROMA, domingo 20 de junio de 2010 (ZENIT.org). – El aumento constante de inseminaciones artificiales y la utilización de esperma de donantes está llevando a que un creciente número de niños no conozcan la identidad de su padre biológico. Un informe reciente consideraba las consecuencias de esto para las vidas de quienes ahora llegan a la edad adulta.
El estudio lo publicaba la Commission on Parenthood’s Future. Titulado: My Daddy’s Name is Donor: A New Study of Young Adults Conceived Through Sperm Donation (El nombre de mi papá es Donante: un nuevo estudio sobre adultos jóvenes concebidos por la donación de esperma), tenía como autores a Elizabeth Marquardt, Norval D. Glenn y Karen Clark.
Según el estudio, entre 30.000 y 60.000 niños nacen cada año en Estados Unidos a través de la donación de esperma. Se trata, sin embargo, de una estimación a la baja, puesto que ningún organismo recoge estadísticas de estos procedimientos. Además, este el primer estudio serio para evaluar el bienestar de quienes ahora son adultos. El informe también comentaba que la donación de esperma es un fenómeno internacional. Gente de todo el mundo busca donantes de esperma en Estados Unidos debido a la falta de reglamentaciones, y países como Dinamarca, India y Sudáfrica proporcionan también donantes de esperma a un floreciente mercado de turismo de fertilidad.
Los autores hacen una interesante comparación entre la donación de esperma y la adopción. La adopción se rige por normas estrictas, y los padres adoptivos son estudiados de manera cuidadosa antes de poder adoptar. Cuando se trata de la donación de esperma, por el contrario, las mujeres van de compras de donantes en catálogos online que comparan cualidades físicas, inteligencia y logros profesionales, y todo lo que necesitan hacer es pagar la transacción.
A pesar de la comparación con la adopción, los autores observaban que con mucha frecuencia sus amigos y colegas les comentaban que la donación de esperma es casi como una adopción. Para empezar, esta no tiene en cuenta las dificultades a las que muchos niños adoptados hacen frente en términos de separación de sus orígenes biológicos, replicaba el informe.
Además, los niños adoptados pueden consolarse pensando que quizás sus madres los entregaron sólo tras una difícil lucha o debido a circunstancias extremas. Con la concepción por donante el nacido se da cuenta de que sólo ha sido una transacción comercial sin que el donante pensara nunca en ellos.
Daños
Para estudiar la situación de los adultos concebido por medio de la donación de esperma, los autores entrevistaron a más de un millón de hogares y, luego, presentaron una muestra representativa de 485 adultos entre los 18 y 45 años que decían que sus madres habían utilizado esperma donado. Se les comparaba con un grupo de 562 adultos que fueron adoptados de niños, y 563 adultos que crecieron con sus padres biológicos.
“Hemos aprendido que, de media, los adultos jóvenes concebidos a través de la donación de esperma sufren más, están más confusos y se sienten más aislados de sus familias”, indicaba el informe.
No menos del 65% de los adultos concebidos por estas donaciones estuvieron de acuerdo durante la entrevista con la siguiente afirmación: “El donante de esperma es la mitad de lo que yo soy”. Incluso las madres admiten su curiosidad por saber quién es el padre su hijo.
Sólo un poco menos de la mitad de estos adultos expresaron su malestar con sus orígenes, y muchos de ellos afirmaron que es una preocupación frecuente que tienen. Algunos de ellos se han sentido como monstruos – el resultado de experimentos de laboratorio – mientras que otros tienen problemas de identidad. El hecho de que en el proceso esté mezclado el dinero ha sido también causa de preocupación para muchos. Otros expresaron su malestar por haber sido un producto diseñado para satisfacer los deseos de sus padres. Y no menos del 70% admitían haberse preguntado cómo era la familia de su donante de esperma.
Las preocupaciones de la descendencia de los donantes de esperma no se limitan a temas como la identidad o la familia, sino que se extienden a lo médico. El informe apuntaba que algunos donantes han engendrado docenas de niños, y hay casos de cien o más. Así que de adultos estos niños están preocupados por no conocer a sus medio hermanos, o que sus hijos puedan encontrarse con el hijo de un medio hermano.
El tema de la donación anónima de esperma ha sido un asunto polémico en muchos países en los últimos años. Las críticas a esta práctica han llevado a que Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Holanda, Suiza y algunas zonas de Australia y Nueva Zelanda prohíban esta práctica, observaba el informe. En Estados Unidos y Canadá, sin embargo, no existen estas restricciones. La Iglesia católica se ha opuesto con firmeza a todos los procedimientos de inseminación artificial, pero como el informe deja claro, incluso aunque no estés de acuerdo con ello, hay muy buenas razones para estar a favor del derecho de los hijos a saber quién es su padre y poner fin a la paternidad anónima.
La encuesta analizó también temas sociales y psicológicos. Preguntados si antes de los 25 años habían tenido problemas con la ley, el 21% de los hijos de donantes dijeron que sí. Las cifras correspondientes a los hijos adoptados y a los hijos que crecieron con sus padres biológicos fueron 18% y 11% respectivamente. Se informó de resultados similares para problemas como el alcohol y el abuso de sustancias. Estos resultados permanecen constantes incluso cuando se controlan los resultados de variables de estatus socio-económico y de otro tipo.
En relación a los factores variables, una serie de interesantes datos surgidos del estudio fue que el 36% de los hijos de donantes dijeron que habían crecido como católicos, en comparación con el 22% de las familias adoptivas, y el 28% que creció con sus padres biológicos. Este es un descubrimiento que llama la atención, comentaba el informe, dada la oposición de la Iglesia católica a este tipo de prácticas. Además, el 32% de los adultos hijos de donantes dijeron que el catolicismo todavía es su religión. En contraste, un gran número de católicos en los otros dos grupos de control habían abandonado la Iglesia.
Secreto
Otra dificultad que sufren los hijos de esperma donado es el secreto sobre sus orígenes. En la mayoría de los casos, los padres dejan que el hijo crea al principio que está biológicamente relacionado con ambos. Luego, cuando el niño descubre finalmente la verdad, siente que se le ha mentido y que la relación con el padre está adulterada. Esto deja un poso de desconfianza, por lo que el 47% de ellos declara que, mientras crecían, su madre pudo haberles mentido sobre temas importantes. Esto tiene como elemento de comparación el 27% para los que fueron adoptados y el 18% para los que crecieron con sus padres biológicos. La preocupación de que el padre haya podido mentir da resultados similares.
No es de sorprender que una gran mayoría de los adultos concebidos a través de la donación de esperma expresen su apoyo a que se sepa todo. Esto incluye la identidad del donante y el derecho a tener algún tipo de relación con él. También dicen que querrían saber sobre la existencia y el número de sus medio hermanos. Según establece ahora, la ley en Estados Unidos no les da ninguno de estos derechos. Protege, de hecho, a los donantes y a las clínicas de fertilidad a costa de los hijos concebidos.
Pero los problemas no terminan con el secreto. Los resultados del estudio mostraron que el 44% de los adultos concebidos por donación se sentían cómodos con la concepción por donación, siempre que los padres digan a sus hijos la verdad, preferiblemente a una edad temprana. Sin embargo, el 36% tenía reserva incluso aunque los padres dijeran la verdad, y el 11% dijo que es duro para los hijos aunque los padres manejaran bien el asunto.
De hecho el informe comentaba que “sólo la franqueza no parece que resuelva las potenciales pérdidas, la confusión y los riesgos que se derivan de hijos concebidos deliberadamente para que crezcan faltando al menos uno de sus padres biológicos”.
El informe concluía con una serie de recomendaciones. Entre ellas estaba la observación de que ningún tratamiento médico tiene tan vastas implicaciones para una persona que no lo buscó – el descendiente. Y se preguntaban: “¿Una buena sociedad puede crear intencionadamente hijos de esta forma?” Una pregunta digna de reflexión.
http://www.zenit.org/article-35803?l=spanish
martes, 16 de febrero de 2010
Distorsionar las relaciones sexuales. Un estudio muestra el impacto de la pornografía en el matrimonio
Por el padre John Flynn, L. C.
ROMA, domingo 14 de febrero de 2010 (ZENIT.org). – La pornografía es una distorsión visual de la sexualidad que supone una importante amenaza para el matrimonio, afirma un informe publicado en diciembre por el Family Research Council.
Patrick F. Fagan, miembro y director del Centro de Investigación sobre el Matrimonio y la Religión del Centro, describía los efectos sociales y psicológicos de la pornografía en su estudio: The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community.
Contrario al argumento de que la pornografía es un placer inofensivo, Fagan hacía referencia a evidencias clínicas que muestran que ésta distorsiona de modo significativo las actitudes y percepciones sobre la naturaleza de la sexualidad.
Si son consumidores habituales de pornografía los hombres, tenderán a tener una tolerancia mayor hacia los comportamientos sexuales anormales, observaba el estudio. Es también un hábito muy adictivo, debido a la producción de hormonas que estimulan los centros de placer del cerebro.
Fagan reconocía que la energía sexual es una poderosa fuerza, pero debido a ello la sociedad necesita encauzar esta energía de una forma que fomente el bien común. El matrimonio legitima la intimidad sexual, protege a los hijos que son fruto del acto sexual, y promueve la estabilidad social.
Poner límites a la actividad sexual ayuda a los adolescentes mientras maduran a orientar de forma correcta su sexualidad. Desgraciadamente, comentaba el estudio, el desarrollo de los modernos medios ha derribado estas barreras y ha incrementado la forma en que los creadores de pornografía pueden introducirse en la vida familiar.
Consecuencias para la familia
Al tratar las consecuencias para el matrimonio, Fagan hace referencia a estudios que demuestran cómo afecta a las mujeres el consumo de pornografía de los maridos.
En muchos casos, las esposas de consumidores de pornografía sufren daños psicológicos profundos, observaba. Entre ellos, sensaciones de traición, pérdida, desconfianza y cólera. Pueden también sentirse poco atractivas o no aptas sexualmente, lo que a su vez puede llevar a la depresión tras descubrir que sus maridos ven pornografía.
Fagan añadía que los consumidores masculinos de pornografía tienden a disminuir su implicación emocional en sus relaciones sexuales, lo que tiene como efecto que sus esposas sufran que disminuye la intimidad de sus maridos. En un estudio, los maridos afirmaban querer menos a sus esposas tras largos periodos dedicados a ver pornografía.
La pornografía también tiene impacto en el lado físico de las relaciones puesto que la exposición prolongada fomenta la insatisfacción con el otro y con su comportamiento sexual.
Fagan hacía referencia a otros estudios que mostraban que los consumidores de pornografía ven cada vez más la institución del matrimonio como un confinamiento sexual y esto les lleva a dudar del valor del matrimonio como institución social.
Verdadera infidelidad
El distanciamiento emocional de las esposas y el mismo matrimonio sufren las consecuencias. Fagan observaba que el consumo de pornografía y de otras formas de contacto sexual online se considera por muchas esposas tan perjudicial para la relación como una infidelidad de verdad en la vida real.
De hecho, los hombres y las mujeres reaccionan a la pornografía de modo diferente. Un estudio llevado a cabo entre estudiantes encontró que los hombres se trastornaban más por la infidelidad sexual mientras que las mujeres, por la infidelidad emocional.
Otro estudio examinaba los diversos tipos de degradación de la pornografía. Tanto hombres como mujeres calificaban tres temas principales como los más degradantes de todos, pero con intensidades diversas: las mujeres los consideraban más degradantes que los hombres.
El impacto en las mujeres aumenta cuando sus maridos se vuelven adictos a la pornografía. Fagan citaba un estudio que revelaba que el 40% de estos adictos al sexo pierden a sus esposas. No se ha investigado mucho la relación entre pornografía y divorcio, pero citaba un estudio sobre informes de abogados de divorcios que reflejaba que en el 68% de los casos de divorcio una de las partes había encontrado un nuevo interés amoroso en internet, y en el 56% una de las partes tenía un interés obsesivo en las páginas webs pornográficas.
Las mujeres no son las únicas que sufren cuando la pornografía se convierte en adicción. El informe de Fagan observaba que el consumo adictivo de pornografía lleva una menor autoestima y a un menor capacidad entre hombres de llevar una vida social y laboral significativa. Un estudio sobre adictos a la pornografía reveló que se sentían afligidos y experimentaban cómo un importante aspecto de sus vidas estaba deteriorado como resultado de su adicción.
Ilusorio
La pornografía presenta la actividad sexual como una suerte de acontecimiento deportivo o diversión inocente, comentaba Fagan, sin ningún impacto importante en las emociones o en la salud. Argumentaba que esto simplemente no se corresponde con la realidad.
De hecho, la pornografía lleva percepciones distorsionadas de la realidad social: una percepción exagerada del nivel de actividad sexual de la población general, y una estimación que infla la probabilidad de actividad sexual premarital y extramarital. También lleva a una sobreestimación del predominio de perversiones como el sexo en grupo, la bestialidad y la actividad sadomasoquista.
“De este modo las creencias que se forman en la mente del espectador de pornografía están bastante lejos de la realidad”, observaba Fagan. “Un ejemplo es que la visión repetida de pornografía induce a enfermedad mental en materia sexual”.
Entre las distorsiones creadas por la pornografía están tres creencias: (1) las relaciones sexuales en la naturaleza son algo recreacional, (2) los hombres son en general sexualmente dominantes, y (3) las mujeres son objetos o mercancías sexuales.
En consecuencia, Fagan describía cómo la pornografía fomenta la idea de que la degradación de las mujeres es algo aceptable. Además, puesto que los varones utilizan la pornografía con mucha más frecuencia que las mujeres, su predominio conduce a la idea de que las mujeres son objetos para el sexo o mercancías sexuales.
Fagan observaba que una gran cantidad de pornografía es de contenido violento. Un estudio de los diferentes medios pornográficos encontró violencia en casi una cuarta parte de las escenas de revistas, en más de una cuarta parte en las escenas de vídeo, y en más del 40% de la pornografía online.
Los estudios sugieren que hay una conexión entre la exposición a la pornografía y las agresiones sexuales, añadía. Incluso el consumo de pornografía no violenta aumenta la voluntad en los hombres de forzar a sus parejas sexuales cuando estas no consienten.
El consumo de pornografía se asocia también a delitos sexuales, afirmaba Fagan. Citaba un estudio de delincuentes sexuales en internet, condenados, que informaba que habían pasado más de 11 horas a la semana viendo imágenes pornográficas de niños en internet.
Otro estudio comparado de agresores sexuales y de personas que no lo eran revelaba diferencias significativas en el uso de la pornografía como adolescentes. Una gran proporción de violadores y acosadores habían visto pornografía dura en su adolescencia.
Adolescentes
La pornografía por tanto no sólo daña los matrimonios, sino que también tiene un fuerte impacto en los adolescentes. Un estudio sobre adolescentes mostraba que el consumo habitual de pornografía suele llevar a no tener fidelidad a sus novias. De igual forma, el uso de pornografía aumentaba después su infidelidad matrimonial en más de un 300%.
Fagan describía cómo los adolescentes que ven pornografía se desorientan durante la fase de desarrollo en la que están aprendiendo a afrontar su sexualidad y cuando son más vulnerables a la incertidumbre sobre sus creencias sexuales y sus valores morales.
Un estudio sobre adolescentes encontró que el contenido explícitamente sexual en internet aumentaba de modo significativa sus incertidumbres sobre la sexualidad. Otro estudio hallaba que los adolescentes expuestos a altos niveles de pornografía tenían un nivel más bajo de autoestima sexual.
Existe también una significativa relación entre ver con frecuencia pornografía y sentimientos y sensación de soledad, incluyendo graves depresiones.
El alto consumo de pornografía en la adolescencia está relacionado con un significativo aumento de actos sexuales con amigos no románticos y puede ser un factor de importancia en los embarazos adolescentes.
Mucho antes de la llegada de internet, el Concilio Vaticano II comentaba su decreto sobre los medios que, si utilizaban de modo apropiado, los medios podían ser de gran utilidad para la humanidad.
La Iglesia “sabe también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana·, observaba el decreto (No. 2). Un mal uso que hoy suele envenenar demasiado a familias y a matrimonios.
ROMA, domingo 14 de febrero de 2010 (ZENIT.org). – La pornografía es una distorsión visual de la sexualidad que supone una importante amenaza para el matrimonio, afirma un informe publicado en diciembre por el Family Research Council.
Patrick F. Fagan, miembro y director del Centro de Investigación sobre el Matrimonio y la Religión del Centro, describía los efectos sociales y psicológicos de la pornografía en su estudio: The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community.
Contrario al argumento de que la pornografía es un placer inofensivo, Fagan hacía referencia a evidencias clínicas que muestran que ésta distorsiona de modo significativo las actitudes y percepciones sobre la naturaleza de la sexualidad.
Si son consumidores habituales de pornografía los hombres, tenderán a tener una tolerancia mayor hacia los comportamientos sexuales anormales, observaba el estudio. Es también un hábito muy adictivo, debido a la producción de hormonas que estimulan los centros de placer del cerebro.
Fagan reconocía que la energía sexual es una poderosa fuerza, pero debido a ello la sociedad necesita encauzar esta energía de una forma que fomente el bien común. El matrimonio legitima la intimidad sexual, protege a los hijos que son fruto del acto sexual, y promueve la estabilidad social.
Poner límites a la actividad sexual ayuda a los adolescentes mientras maduran a orientar de forma correcta su sexualidad. Desgraciadamente, comentaba el estudio, el desarrollo de los modernos medios ha derribado estas barreras y ha incrementado la forma en que los creadores de pornografía pueden introducirse en la vida familiar.
Consecuencias para la familia
Al tratar las consecuencias para el matrimonio, Fagan hace referencia a estudios que demuestran cómo afecta a las mujeres el consumo de pornografía de los maridos.
En muchos casos, las esposas de consumidores de pornografía sufren daños psicológicos profundos, observaba. Entre ellos, sensaciones de traición, pérdida, desconfianza y cólera. Pueden también sentirse poco atractivas o no aptas sexualmente, lo que a su vez puede llevar a la depresión tras descubrir que sus maridos ven pornografía.
Fagan añadía que los consumidores masculinos de pornografía tienden a disminuir su implicación emocional en sus relaciones sexuales, lo que tiene como efecto que sus esposas sufran que disminuye la intimidad de sus maridos. En un estudio, los maridos afirmaban querer menos a sus esposas tras largos periodos dedicados a ver pornografía.
La pornografía también tiene impacto en el lado físico de las relaciones puesto que la exposición prolongada fomenta la insatisfacción con el otro y con su comportamiento sexual.
Fagan hacía referencia a otros estudios que mostraban que los consumidores de pornografía ven cada vez más la institución del matrimonio como un confinamiento sexual y esto les lleva a dudar del valor del matrimonio como institución social.
Verdadera infidelidad
El distanciamiento emocional de las esposas y el mismo matrimonio sufren las consecuencias. Fagan observaba que el consumo de pornografía y de otras formas de contacto sexual online se considera por muchas esposas tan perjudicial para la relación como una infidelidad de verdad en la vida real.
De hecho, los hombres y las mujeres reaccionan a la pornografía de modo diferente. Un estudio llevado a cabo entre estudiantes encontró que los hombres se trastornaban más por la infidelidad sexual mientras que las mujeres, por la infidelidad emocional.
Otro estudio examinaba los diversos tipos de degradación de la pornografía. Tanto hombres como mujeres calificaban tres temas principales como los más degradantes de todos, pero con intensidades diversas: las mujeres los consideraban más degradantes que los hombres.
El impacto en las mujeres aumenta cuando sus maridos se vuelven adictos a la pornografía. Fagan citaba un estudio que revelaba que el 40% de estos adictos al sexo pierden a sus esposas. No se ha investigado mucho la relación entre pornografía y divorcio, pero citaba un estudio sobre informes de abogados de divorcios que reflejaba que en el 68% de los casos de divorcio una de las partes había encontrado un nuevo interés amoroso en internet, y en el 56% una de las partes tenía un interés obsesivo en las páginas webs pornográficas.
Las mujeres no son las únicas que sufren cuando la pornografía se convierte en adicción. El informe de Fagan observaba que el consumo adictivo de pornografía lleva una menor autoestima y a un menor capacidad entre hombres de llevar una vida social y laboral significativa. Un estudio sobre adictos a la pornografía reveló que se sentían afligidos y experimentaban cómo un importante aspecto de sus vidas estaba deteriorado como resultado de su adicción.
Ilusorio
La pornografía presenta la actividad sexual como una suerte de acontecimiento deportivo o diversión inocente, comentaba Fagan, sin ningún impacto importante en las emociones o en la salud. Argumentaba que esto simplemente no se corresponde con la realidad.
De hecho, la pornografía lleva percepciones distorsionadas de la realidad social: una percepción exagerada del nivel de actividad sexual de la población general, y una estimación que infla la probabilidad de actividad sexual premarital y extramarital. También lleva a una sobreestimación del predominio de perversiones como el sexo en grupo, la bestialidad y la actividad sadomasoquista.
“De este modo las creencias que se forman en la mente del espectador de pornografía están bastante lejos de la realidad”, observaba Fagan. “Un ejemplo es que la visión repetida de pornografía induce a enfermedad mental en materia sexual”.
Entre las distorsiones creadas por la pornografía están tres creencias: (1) las relaciones sexuales en la naturaleza son algo recreacional, (2) los hombres son en general sexualmente dominantes, y (3) las mujeres son objetos o mercancías sexuales.
En consecuencia, Fagan describía cómo la pornografía fomenta la idea de que la degradación de las mujeres es algo aceptable. Además, puesto que los varones utilizan la pornografía con mucha más frecuencia que las mujeres, su predominio conduce a la idea de que las mujeres son objetos para el sexo o mercancías sexuales.
Fagan observaba que una gran cantidad de pornografía es de contenido violento. Un estudio de los diferentes medios pornográficos encontró violencia en casi una cuarta parte de las escenas de revistas, en más de una cuarta parte en las escenas de vídeo, y en más del 40% de la pornografía online.
Los estudios sugieren que hay una conexión entre la exposición a la pornografía y las agresiones sexuales, añadía. Incluso el consumo de pornografía no violenta aumenta la voluntad en los hombres de forzar a sus parejas sexuales cuando estas no consienten.
El consumo de pornografía se asocia también a delitos sexuales, afirmaba Fagan. Citaba un estudio de delincuentes sexuales en internet, condenados, que informaba que habían pasado más de 11 horas a la semana viendo imágenes pornográficas de niños en internet.
Otro estudio comparado de agresores sexuales y de personas que no lo eran revelaba diferencias significativas en el uso de la pornografía como adolescentes. Una gran proporción de violadores y acosadores habían visto pornografía dura en su adolescencia.
Adolescentes
La pornografía por tanto no sólo daña los matrimonios, sino que también tiene un fuerte impacto en los adolescentes. Un estudio sobre adolescentes mostraba que el consumo habitual de pornografía suele llevar a no tener fidelidad a sus novias. De igual forma, el uso de pornografía aumentaba después su infidelidad matrimonial en más de un 300%.
Fagan describía cómo los adolescentes que ven pornografía se desorientan durante la fase de desarrollo en la que están aprendiendo a afrontar su sexualidad y cuando son más vulnerables a la incertidumbre sobre sus creencias sexuales y sus valores morales.
Un estudio sobre adolescentes encontró que el contenido explícitamente sexual en internet aumentaba de modo significativa sus incertidumbres sobre la sexualidad. Otro estudio hallaba que los adolescentes expuestos a altos niveles de pornografía tenían un nivel más bajo de autoestima sexual.
Existe también una significativa relación entre ver con frecuencia pornografía y sentimientos y sensación de soledad, incluyendo graves depresiones.
El alto consumo de pornografía en la adolescencia está relacionado con un significativo aumento de actos sexuales con amigos no románticos y puede ser un factor de importancia en los embarazos adolescentes.
Mucho antes de la llegada de internet, el Concilio Vaticano II comentaba su decreto sobre los medios que, si utilizaban de modo apropiado, los medios podían ser de gran utilidad para la humanidad.
La Iglesia “sabe también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana·, observaba el decreto (No. 2). Un mal uso que hoy suele envenenar demasiado a familias y a matrimonios.
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