domingo, 27 de marzo de 2011

La acedía, tristeza del alma

Por monseñor Juan del Río Martín*

MADRID, martes 22 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Sentirse triste es un estado de ánimo que se da con frecuencia y que comporta un malestar psicológico que en ocasiones no se sabe como describirlo. Sin embargo, estar apenado en un determinado momento no es suficiente para afirmar que se padece depresión. Hay una tristeza llamada normal, que es la situación de abatimiento o desánimo como consecuencia de unos acontecimientos o situaciones personales difíciles. Hay también lo que pudiéramos denominar una tristeza buena, que es aquella provocada por el arrepentimiento de nuestros pecados y que nos lleva a reparar el mal y a tener más confianza en Dios. En cambio, la tristeza mala es aquel estado del alma, lo que los antiguos monjes conocían bajo el nombre de acedía, que se caracteriza por el sufrimiento de estar en el mundo, junto a un desinterés total por la vida. Este tipo de tristeza viene más bien ocasionado por la incertidumbre interior y la ausencia de propia realización; acerca de ella decía Casiano:

“La tristeza es áspera, impaciente, dura, llena de amargor y disgusto, y le caracteriza también una especie de penosa desesperación. Cuando se apodera de un alma, la priva y aparta de cualquier trabajo y dolor saludable” (Instituciones, 9).

La acedia es la gran tentación para el solitario eremita y para el solitario moderno del asfalto y del estrés del ejecutivo. El hombre se siente traspasado hasta el límite. El alma se embrolla y el corazón se endurece. Todo se pone en cuestión y se llega a comportamientos infantiles que son impensables. San Gregorio Magno enumera las consecuencia de la acedia como: “la desesperación, desaliento, mal humor, amargura, indiferencia, somnolencia, aburrimiento, evasión de sí mismo, hastío, curiosidad, dispersión en murmuraciones, intranquilidad del espíritu y del cuerpo, inestabilidad, precipitación y versatilidad” (Anselm Grüm Nuestras propias sombras. Tentaciones. Complejos. Limitaciones, 3, p. 68).

Por ello, en el mundo moderno existe un vínculo entre depresión y acedía, cuya curación no se consigue sólo por medio de la medicina, sino que hay que tener presentes los elementos espirituales de la persona. Para superar esta tristeza del alma, el venerable Juan Pablo II proponía que “la clave para ayudar a una persona con depresión es el amor y la oración. Las personas que cuidan de los enfermos deprimidos deben ayudar a recuperar la propia estima, la confianza en sus capacidades, el interés por el futuro, las ganas de vivir..., hacerles percibir la ternura de Dios... En el camino espiritual son de gran ayuda la lectura y la meditación de los salmos, el rezo del Rosario, la participación en la Eucaristía, fuente de paz interior” (Juan Pablo II, XVIII Conferencia Internacional sobre la Depresión).

¿De dónde nace esta tristeza existencial? De aquellas ideas dominantes que conllevan al desánimo o lo fomentan. Son aquellas que están en la cultura nihilista que domina la sociedad y que tiene en muchos casos sus altavoces en los Medios de Comunicación Social. Podemos enunciar algunas: menospreciar el trabajo como realización de la persona, desnaturalización de los lazos entre los hombres, ver al otro como un infierno, la visión psico-analítica freudiana que reduce al hombre a sus pulsiones, la misma desestabilización de la familia, las estructuras de pecado, que no tienen otra consecuencia que la desestructuración de la persona humana y abren verdaderos focos de depresión, desviando finalmente al hombre de su camino hacia Dios.

El antídoto de la acedía es la alegría; no es propio del cristiano estar triste, ya que así es muy difícil progresar en la vida espiritual y, por lo tanto, en el amor a Dios y a los hermanos. La tristeza predispone al mal porque es “como la polilla al vestido y la carcoma a la madera, así la tristeza daña el corazón del hombre” (Prov 25,20); hay, pues, que luchar contra ese estado del alma: “Anímate, pues, y alegra tu corazón, y echa lejos de ti la congoja; porque a muchos mató la tristeza. Y no hay utilidad en ella” (Ecl. 30,24-25). Además, por una razón muy sencilla que nos dice el poeta converso a la fe católica Paul Claudel: “La alegría es la primera y la última palabra del Evangelio”.

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*Monseñor Juan del Río Martín es el arzobispo castrense de España

La ética abortista Los argumentos por la vida no son sólo religiosos

ROMA, domingo, 27 marzo 2010 (ZENIT.org).- Los defensores del derecho al aborto suelen criticar a quienes apoyan la vida por intentar imponer sus creencias religiosas a los demás. Aunque la religión proporciona sólidos argumentos en este debate, los argumentos no son sólo religiosos, como constata un libro de reciente publicación.

Christopher Kaczor, en "The Ethics of Abortion: Women's Rights, Human Life and the Question of Justice" (La Ética del Aborto: Derechos de las Mujeres, Vida Humana y la Cuestión de la Justicia) (Routledge), toma una postura filosófica ante el aborto y explica por qué no es justificable éticamente.

Uno de los puntos clave que afronta Kaczor es cuándo comienza el ser persona. Algunos defensores del aborto sostienen que se puede distinguir a los humanos de las personas. Uno ejemplo que aporta es el de Mary Anne Warren, que ofrece algunos criterios a tener en cuenta antes de decir de alguien que es una persona.

Propone que las personas tienen conciencia de los objetos y de los acontecimientos y la capacidad de sentir dolor. Tienen también la fuerza de la razón y la capacidad para actividad auto motivada, junto a la capacidad para la comunicación.

Como respuesta a tales argumentos, Kaczor señalaba que, usando dichos criterios, sería difícil tener razones en contra del infanticidio, puesto que un bebé recién nacido no cumple estos criterios más de lo que pueda hacerlo un feto no nacido.

Por otro lado, no dejamos de ser personas cuando estamos dormidos o sedados en una operación quirúrgica, aunque en esos momentos no seamos conscientes ni estemos en movimiento. De igual forma, quienes sufren demencia o los discapacitados no satisfacen los criterios de Warren para ser personas.

Una cuestión de lugar

Otro posicionamiento para justificar el aborto es el que se basa en la localización, es decir, si se está fuera o dentro del útero. Kaczor afirmaba que la persona va mucho más allá de la simple localización. Si admitimos este argumento, se sigue que cuando hay una fecundación artificial fuera del útero, el nuevo ser tendría el estatus de persona, pero luego la pierde cuando es implantado, volviéndola a ganar cuando sale del mismo.

Hay también casos de cirugía fetal abierta, durante los que el feto humano es extraído del útero. Si determinamos el ser persona por una existencia fuera del útero, nos veríamos en la inverosímil situación de que en tales casos el feto es una no persona que luego se convierte en persona, y después vuelve a ser una no persona otra vez al volver al útero, volviendo a ser persona sólo cuando nazca.

Excluyendo por tanto la localización como criterio para ser considerado persona, Kaczor afrontaba la cuestión de si la condición de persona se establece en algún punto entre la concepción y el nacimiento. Observaba que la viabilidad, es decir si el feto en el útero es potencialmente capaz de vivir fuera del vientre materno, era citada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos en Roe v. Wade, como un modo de determinar si los fetos humanos merecen alguna protección legal.

Con todo, según Kaczor, esta postura tiene sus problemas. Por ejemplo, los gemelos unidos dependen en ocasiones el uno del otro para vivir y, aún así, ambos son considerados personas.

La viabilidad también plantea un problema, porque en los países ricos, con avanzados cuidados médicos, los fetos se vuelven viables antes que en los países pobres. Y los fetos femeninos son viables antes que los masculinos. ¿Deberían las diferencias de sexo y de riqueza influir en quién es persona o no?

Otra idea es considerar que la capacidad para sufrir dolor o gozar del placer es lo que podría marcar el comienzo del derecho a la vida, continuaba Kaczor. Esto tampoco es suficiente, respondía. Esto excluye a quienes están bajo anestesia o en coma. Además, indicaba, algunos animales tienen esta capacidad pero no consideramos que tengan un derecho a la vida.

Un posible replanteamiento de esta posición es decir que no todos los seres tienen la capacidad de sentir placer o dolor, si no sólo aquellos que tienen un grado muy alto de sensibilidad y una capacidad más desarrollada de perseguir sus intereses deben ser considerados personas, explicaba Kaczor.

El problema con esto, señalaba, es que las personas difieren mucho unas de otras en su capacidad para el dolor o el placer y a duras penas podemos concluir que esto proporcione una base para considerar diferencias radicales en términos de persona o derechos.

Ética gradualista

La respuesta proabortista a las anteriores críticas adopta la forma del punto de vista gradualista. Kaczor explicaba que esto consiste en sostener que el derecho a la vida aumenta en fuerza de modo gradual conforme se desarrolla el embarazo, y cuanto más similar es un feto a una persona como nosotros mayor protección debería tener.

Sin embargo, Kaczor observaba que hay una diferencia entre el derecho a la vida y el resto de los derechos. Hay restricciones de edad para votar, conducir, o ser elegido para un cargo público. Esto sucede porque el derecho en cuestión exige una capacidad para asumir las responsabilidades que conlleva.

Por el contrario, el derecho a la vida no contiene implícitamente ninguna responsabilidad y, por lo mismo, puede gozarse sin tener en cuenta la edad o las capacidades mentales.

Otro problema de la postura gradualista es que el desarrollo humano no termina ni mucho menos con el nacimiento. Si el estatus moral se vincula al desarrollo psicológico, matar a alguien de 14 años requerirá una justificación mayor que a uno de 6.

Kaczor afirmaba que el error de estos argumentos nos lleva a la conclusión de que, si no hay diferencias éticamente relevantes entre los seres humanos en sus diversas etapas de desarrollo que haga que alguien no sea una persona, la dignidad y el valor de una persona no comienza por tanto tras su nacimiento, ni en momento alguno de su gestación. Todo ser humano es también una persona humana.

La historia nos presenta muchos ejemplos de la necesidad de respetar a todo ser humano como persona portadora de dignidad. Kaczor argumentaba que en teoría nadie actualmente, al menos en Occidente, defendería la esclavitud, la misoginia o el antisemitismo. ¿Tenemos de verdad justificación para tratar a algunos seres humanos como si fueran menos que personas, o seremos juzgados por la historia como un episodio más en larga línea de explotación del débil por parte del poderoso?

¿La persona comienza con la concepción?

Esto plantea la cuestión de si los seres humanos empiezan a existir en la concepción. Según Kaczor, esto no es, en principio, una cuestión moral, sino científica.

Cita a continuación algunos textos científicos y médicos que afirman, todos, que con la concepción hay un comienzo de nueva vida humana y un cambio fundamental con la creación de un ser con 46 cromosomas.

Tras la fecundación no hay presencia de ningún agente exterior que cambie el organismo recién concebido en algo que sea distinto. Por el contrario, el embrión humano se auto desarrolla hacia futuras etapas.

"Haciendo una analogía, el embrión humano no es un mero modelo detallado de la casa que se construirá sino una casa minúscula que se hace a sí misma cada vez mayor y más compleja a través de su auto desarrollo activo hacia la madurez", aclaraba Kaczor.

Tras esto, los últimos capítulos del libro analizan algunos argumentos utilizados por los defensores del aborto. Los examina uno por uno mostrando sus debilidades.

Por ejemplo, se ha sostenido que, puesto que en las primeras etapas hay posibilidades de que tenga lugar una división en dos hermanos, el embrión no es un ser humano individual. Kaczor replicaba a esto diciendo que aunque un ser pueda dividirse en dos seres esto no significa que no sea un ser individual.

Después de todo, añadía, la mayoría de las plantas pueden dar lugar a más plantas individuales, pero esto no significa que una planta no pueda ser una planta individual y distinta.

Analizaba también algunos casos difíciles, como los embarazos que han sido resultado de violación o incesto. La personalidad del feto, insistía Kaczor, no depende de la forma en que fue concebido. "Eres lo que eres sin importar las circunstancias de tu concepción y nacimiento", afirmaba.

El libro de Kaczor, con un razonamiento sólido, contiene muchos argumentos cuidadosamente planteados, que lo hacen una valiosa fuente de inspiración para quienes tengan la preocupación de defender la vida humana.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado
http://www.zenit.org/article-38742?l=spanish

lunes, 21 de marzo de 2011

Redefinir el matrimonio Continúan las presiones para permitir el matrimonio homosexual

Por John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 20 de marzo de 2011 (ZENIT.org). – La presión por legalizar los matrimonios del mismo sexo continúa, mientas las organizaciones interesadas intentan convencer a los legisladores de que el matrimonio es algo que puede redefinirse para adaptarse a las últimas tendencias sociales.

En Irlanda, la coalición de gobierno del Fine Gael y de Partidos Laboristas, recientemente elegida, acaba de publicar su lista de propuestas políticas. Según pro familiar Iona Institute irlandés, el partido de más orientación liberal ha dejado su impronta en temas de familia.

El programa confía en que el gobierno analice el tema del matrimonio homosexual, indica el instituto en su página web. También dice que la ley de parejas civiles se cambiará para afrontar las anomalías u omisiones. Según el Iona Institute, esto podría dar a los padres del mismo sexo los mismos derechos que las parejas casadas.

Además, el programa afirma que se dará reconocimiento legal a los transexuales y tendrán la protección de leyes de igualdad.

Poco antes de que se hiciera público el programa, los obispos irlandeses animaron al parlamento a defender la familia. Las políticas públicas deben apoyar el bien común, afirmaban en una declaración el 3 de marzo tras un encuentro de todos los obispos irlandeses.

Lograr esto exige reforzar la familia, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, añadían.

Sin defensa

En Estados Unidos, el matrimonio homosexual ha llegado con mucha frecuencia a los titulares. El mes pasado, el fiscal general Eric H. Holder Jr anunciaba que la administración Obama no seguiría defendiendo en los tribunales las demandas contra la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA), que limita el matrimonio a las parejas heterosexuales.

El New York Times observaba el 24 de febrero que el presidente Obama y Holder consideran ahora que la ley es inconstitucional.

“Nuestra nación y nuestro gobierno tienen el deber de reconocer y proteger el matrimonio, no el de interferir en él ni redefinirlo, ni el de caricaturizar la profundas creencias de tantísimos ciudadanos como ‘discriminación’”, protestaba en una declaración del 3 de marzo el arzobispo de Nueva York, monseñor Timothy Dolan, presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.

monseñor Dolan continuaba precisando que el matrimonio basado en un hombre y una mujer es el cimiento de la sociedad y que, históricamente, los gobiernos lo han protegido por su contribución al bien común.

Estaba de acuerdo en que la discriminación injusta es mala. Sin embargo, no es injusto defender una ley que sólo busca proteger el significado del matrimonio. Ni es discriminación afirmar que un niño se criará mejor teniendo un padre y una madre y que el Estado tiene un interés en asegurar esto, añadía.

“Tener leyes que afirmen la importancia vital de las madres y de los padres – leyes que respalden, en vez de minar, el ideal de que los niños deberían ser criados por su propia madre y por su propio padres – es esencial para cualquier sociedad justa”, concluía Mons. Dolan.

Aunque siguen las demandas contra la DOMA en los tribunales federales, continúa el debate a nivel estatal.

En Rhode Island, el día 10 de marzo, cientos de personas acudieron a una sesión del senado sobre el tema del matrimonio homosexual. Quienes están a favor y quienes están en contra presentaron sus argumentos a los miembros del Comité Judicial del Senado, informaba el 11 de marzo el Providence Journal.

Monseñor Thomas J. Tobin, obispo de Providence, es uno de los opositores a la medida de reconocer el matrimonio homosexual. En una declaración el 7 de enero, subrayaba que aquellas personas con orientaciones homosexuales merecen amor y respeto. Al mismo tiempo advertía que legalizar el matrimonio para ellos va en detrimento del bienestar del Estado.

Maryland también ha estado en el centro del debate en este tema. A principios de este año el senado del estado aprobó una ley que legalizaba el matrimonio homosexual y se ha estado debatiendo en los últimos días en la cámara baja. El gobernador Martin O’Malley ha declarado que firmará la ley si se aprueba, informaba el 5 de marzo Associated Press.

Mientras se debatía la propuesta en la cámara, resultó evidente que la ley no tendría el apoyo suficiente por lo que se dejó morir la iniciativa sin votarla, informaba el 11 de marzo Associated Press.

Cambio drástico

Los tres obispos católicos de Maryland se mostraron muy activos en su campaña en contra de la medida de legalizar el matrimonio homosexual.

“La introducción de una legislación que redefina el matrimonio en nuestro estado debería reconocerse como lo que es – una propuesta de cambio drástico de una institución social que deriva de nuestra naturaleza humana como hombres y como mujeres”, declaraban el cardenal Donald Wuerl de Washington, el arzobispo Edwin O’Brien de Baltimore, y el obispo Francis Malooly de Wilmington, en un declaración del 8 de febrero.

“Nuestro objetivo como sociedad debería ser que el matrimonio se consolide, no desmontándolo en su conjunto, especialmente cuando los efectos del deterioro del matrimonio son tan evidentes”, indicaban.

La declaración señalaba también que, si se abandona la definición tradicional de matrimonio, será difícil llegar a una nueva definición que determine qué relaciones debería apoyar el gobierno.

En nuevas declaraciones los días 18 y 28 de febrero, los tres obispos criticaban además la falta de una protección adecuada de la conciencia de las instituciones religiosas y de los individuos.

El cardenal Wuerl señalaba el peligro de redefinir el significado del matrimonio en un artículo publicado el 13 de marzo en el National Catholic Register.

A lo largo de la historia humana, el matrimonio se ha entendido como el compromiso de un hombre y una mujer en una comunidad de vida, tanto para su apoyo mutuo como para engendrar y educar a los hijos, explicaba.

Y advertía que vaciar el matrimonio de su significado con fines políticos o en respuesta a algunos grupos de presión es un gran error.

Poligamia y poliamor

El miedo a que introducir el matrimonio homosexual conduzca a legalizar otras formas de unión no es ni mucho menos exagerado.

En Canadá, en donde el matrimonio homosexual se legalizó en el 2005, se está desarrollando un proceso legal en la Columbia Británica para decidir si se legaliza la poligamia.

No es esta la única variación de matrimonio que se propone. El año pasado el Boston Globe publicaba dos largos artículos sopesando las ventajas del poliamor, que es la práctica de tener una relación íntima con más de una persona a la vez, con el consentimiento de todos los implicados.

Uno de los argumentos utilizados a favor del reconocimiento de estas relaciones es que, con más de dos padres, incluso si hay una ruptura familiar, a los hijos les quedarían por los menos otros dos padres.

A día de hoy no hay nada predeterminado sobre qué noción de paternidad prevalecerá, proclamaba el artículo publicado el 24 de octubre.

“La ley determina qué convierte a alguien en padre legal, no es el matrimonio, ni la biología”, afirmaba en el artículo Nancy Polikoff, profesora de derecho familiar en la Facultad de Derecho de Washington de la Universidad Americana.

“Es necesario que la ley se adapte a la realidad de las vidas de los niños, y si los niños van ser criados por tres padres, la ley no debería escoge arbitrariamente a dos de ellos y decir que son los padres legales, y esta otra persona es un extraño”, afirmaba.

Hoy, en cuanto al matrimonio, no hay nada firme tras los cambios en el divorcio, la adopción y la tecnología reproductiva.

Es en verdad cierto que el matrimonio y la familia se han desestabilizado de modo grave en las últimas décadas, pero no parece ser precisamente una buena razón para debilitar aún más una institución ya debilitada.

El matrimonio es bueno para ti, proclamaba un estudio reciente. Mejora la salud física de los hombres y el bienestar mental de las mujeres y da como resultado una vida más larga y satisfactoria, informaba el 28 de enero el periódico Independent.

Son las conclusiones de un estudio llevado a cabo por los doctores John Gallacher y David Gallacher, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff, que han investigado la cuestión de si las relaciones son buenas para la salud.

Se trata de uno más de los incontables estudios que demuestran que las familias basadas en el matrimonio entre un hombre y una mujer hacen una contribución vital a los individuos y a la sociedad. Un buena razón para que el estado siga apoyándolas.
http://www.zenit.org/article-38661?l=spanish

lunes, 14 de marzo de 2011

La dictadura de la píldora del día después Se impone a pesar de sus efectos colaterales

ROMA, domingo, 13 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- En los últimos años un país tras otro han ido permitiendo la venta de la así llamada píldora del día después. Suele presentarse como un modo de reducir los embarazos "no deseados" y los elevados porcentajes de nacimientos de madres adolescentes.

Japón ha sido uno de los últimos países en permitir algo que algunos llaman anticonceptivo de emergencia. El ministro de sanidad dio el visto bueno para la venta de NorLevo desde mayo, informaba el Japan Times el 24 de febrero.

El artículo decía que se esperaba que esta medida ayudara a reducir el número de abortos. Según el artículo, el índice de abortos en Japón en el 2008 fue del 8,8, ligeramente por encima de la mitad del de Estados Unidos.

Una de las principales cuestiones relacionadas con la venta de la píldora del día después es su disponibilidad sin receta médica. En Irlanda, la cadena de farmacias Boots propuso su venta sin receta, esperando utilizar una argucia legal. En una sorprendente reacción, el Organismo Directivo de Medicamentos Irlandés anunció repentinamente que permitiría la venta de NorLevo sin receta médica, informaba el 22 de febrero el Irish Times.

No sólo se venderá sin necesidad de receta sino que tampoco habrá limitaciones de edad para los compradores. La ausencia de límite de edad ha tomado por sorpresa a la Sociedad Farmacéutica de Irlanda, por lo que publicó una nota diciendo que los farmacéuticos considerarían si deberían enviar a las chicas de 16 años o menos a que pidieran la píldora a un médico o a una institución, al estar por debajo de la edad de consentimiento.

Entretanto, en Estados Unidos, se está presionando para que se elimine el límite de dad en la venta de Plan B, una píldora del día después. Los fabricantes de la píldora, Teva Pharmaceutical Industries, han solicitado a la Administración para los Alimentos y los Medicamentos que permita a los menores de 17 años que la compren, informaba ABC News el 25 de febrero. Actualmente Plan B está disponible sin receta para los mayores de 17 años.

Irresponsable

Wendy Wright, presidenta de Concerned Women for America, decía que sería irresponsable poner a disposición de jóvenes la píldora y advertía que podría cortar la comunicación entre las jóvenes y sus padres y médicos. También señalaba que Plan B necesita supervisión médica, dado que el mismo acto, que las llevó a temer que se hubieran quedado embarazadas, podría haberles hecho contraer una enfermedad de transmisión sexual.

En Inglaterra, al contrario, la edad no es barrara para conseguir anticonceptivos. El Sunday Times informaba el 1 de agosto que médicos de familia habían prescrito la píldora anticonceptiva a más de 1.000 niñas de entre 11 y 12 años. Además, otras 200 chicas, de entre 11 y 13 años, tenían implantados dispositivos anticonceptivos o inyectables permanentes.

Según el artículo, la mayoría de estas prescripciones se dieron a las niñas sin el conocimiento o el consentimiento de sus padres, dado que los doctores están sometidos a la confidencialidad respecto a las niñas, a no ser que sospechen que están sometidas a abusos o son obligadas a tener sexo.

En relación al tema de la edad, la información publicada hace poco por el Departamento de Sanidad Británico confirma los miedos de Wendy Wright. La distribución de la píldora del día después a menores de 16 años les anima a correr más riesgos en sus vidas sexuales, informaba el 30 de enero el Sunday Times.

La información venía de un estudio de dos profesores de la Universidad de Nottingham, Sourafel Girma y David Paton. En los últimos años el gobierno ha distribuido gratis en algunas zonas la píldora del día después, esperando que redujera los embarazos adolescentes.

El estudio comparaba zonas en las que se había distribuido a menores la píldora del día después con aquellas en las que no, y controlaba además el nivel de enfermedades de transmisión sexual. Los profesores descubrieron que la distribución de las píldoras no redujo la tasa de embarazos, pero lo que sí hizo fue aumentar el nivel de enfermedades, en cerca de un 12% donde estaba disponible gratis en las farmacias.

"La investigación internacional no ha logrado encontrar nunca evidencia alguna de que los protocolos de emergencia de control de la natalidad logren reducción alguna en el índice de concepciones y embarazos entre adolescentes", comentaba Norman Wells, director del Familiy Education Trust.

Cheryl Wetzstein planteaba la misma cuestión en un artículo publicado el 25 de marzo del año pasado en el Washington Times. Citaba un artículo del 2007 del Journal of the American Academy of Physician Assistants en el que se afirmaba que los anticonceptivos de emergencia podrían evitar el 75-85% de los embarazos no deseados.

Las investigaciones, sin embargo, han demostrado que estas píldoras no han hecho nada por reducir los niveles de embarazos y abortos, apuntaba.

Wetzstein citaba el número de marzo de Perspectives on Sexual and Reproductive Health, publicada por el proabortista Guttmacher Institute, que admitía que era necesario desarrollar nuevas estrategias para reducir el índice de abortos, dado que las píldoras del día después no habían logrado nada.

Conciencia

El creciente uso de las píldoras del día después ha suscitado la preocupación sobre el grave peligro de las enfermedades de transmisión sexual, además de la salud, si las mujeres usan de modo regular píldoras de dosis alta. Otra inquietud es la cuestión de la conciencia.

El periódico de Irish Catholic de Irlanda deploraba el hecho de que, tras la decisión de permitir las ventas sin receta de la píldora del día después, se obligara a los farmacéuticos a venderla. El reportaje del 24 de febrero señalaba que los anticonceptivos de emergencia pueden tener también un efecto abortivo y, por esta razón, algunos farmacéuticos no quieren venderlos.

El Código de Conducta de los farmacéuticos no prevé objeción de conciencia para los católicos, o para cualquiera que puede tener objeciones éticas a la venta de determinados medicamentos.

En respuesta a una pregunta del Irish Catholic, la Sociedad Farmacéutica de Irlanda confirmó que, según el actual Código de Conducta, los farmacéuticos deben tener existencias de la píldora del día después o "tomar las medidas que aseguren que estas medicinas o servicios se proporcionan".

Los derechos de conciencia son también tema de debate en Estados Unidos, debido a la reciente decisión de la administración Obama de eliminar la regulación de la anterior presidencia Bush.

En una nota de prensa del 18 de febrero, la medida fue considerada como "decepcionante" por Deirdre McQuade del Secretariado Pro-Vida de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.

En un artículo del 23 de febrero en el National Catholic Register, explicaba que las normas de diciembre de 2008 habían robustecido el derecho de los profesionales sanitarios a no participar en ciertos procedimientos médicos que violaban sus principios religiosos o morales. Esto incluye no sólo el aborto y las esterilizaciones, sino también los anticonceptivos.

"Cada vez más, los profesionales de la salud se ven coaccionados a violar su conciencia de miles de formas, como al dispensar o administrar la así llamada píldora del día después", explicaba al Register Marie Hilliard, directora de bioética y política pública del National Catholic Bioethics Center.

Testimonio

La necesidad de defender los derechos de libertad de conciencia fue el tema de la homilía de monseñor J. Michael Miller, arzobispo de Vancouver, en una misa en enero para trabajadores sanitarios.

Según los extractos de la misma publicados por el periódico diocesano B. C. Catholic el 4 de febrero, el monseñor Miller insistía en que los católicos que trabajan en el mundo de la salud deben tener la libertad de vivir el mensaje de Cristo en sus vidas profesionales.

Lamentaba el laicismo cada vez más agresivo que procura que la religión no tenga influencia alguna en las instituciones públicas.

"Obligar a los creyentes a guardarse sus opiniones para sí mismos, si lo piensan, es en sí mismo una forma no democrática de comprar armonía entre los ciudadanos de una sociedad libre", afirmaba.

"Es una manera velada de recortar la libertad de expresión de los creyentes", añadía.

Rechazando lo que denominaba "una conspiración de silencio y complicidad", monseñor Miller animaba a los católicos a asumir su responsabilidad de dar testimonio de Cristo incluso si esto significa la persecución. Una persecución que, según parece, se impone por ley.

Por el padre John Flynn, L. C.
http://www.zenit.org/article-38592?l=spanish